[VIDEO] San Juan Pablo II: Un albergue que con 'las uñas' brinda esperanza a adultos mayores en situación de calle
El albergue San Juan Pablo II alberga personas sin familia, sin recursos, sin hogar. Son habitantes de las calles que no tienen ninguna comunicación con su familia y tienen la necesidad de ser apoyados, explica Francisco De León, un joven psicólogo que ha puesto su profesión al servicio de la buenas causas.
Son 37 adultos mayores que desde hace dos años se encuentran en el albergue San Juan Pablo II en Santa Ana. Foto: Víctor Arosemena
Dejaron a sus familias o sus familias los abandonaron, es la realidad que se replica en cada uno de los 37 adultos mayores que desde hace dos años se encuentran en el albergue San Juan Pablo II en Santa Ana.
Son hombres a quienes las drogas, el alcohol o una decisión errada les arrancó la dignidad, la salud y a sus familias, pero que a pesar de haber vagado por las calles aún tienen esperanzas.
El albergue San Juan Pablo II acoge a personas sin familia, sin recursos, sin hogar. Son habitantes de calles que no tienen ninguna comunicación con su familia y tienen la necesidad de ser apoyados, explica Francisco De León, un joven psicólogo que ha puesto su profesión al servicio de la buena causa y es administrador del albergue.
El albergue que se instaló en una estructura en desuso y abandonadas que fueron cedidas por la Iglesia, fue fundado el 18 de mayo del 2020 impulsado por las necesidades de la pandemia con el propósito de acoger a personas en situación de calle de forma temporal.
Entre los requisitos para su acogida, la persona tiene que decidir por voluntad propia internarse en el albergue, aceptar a sus compañeros y estar dispuesto a apoyarse entre sí, sostiene De León.
En su mayoría son personas con problemas de depresión y ansiedad producto del consumo de drogas, experiencia de maltrato, burla, abusos, del rechazo de su familia y la sociedad.
Los problemas mentales más comunes que enfrentan estas personas son esquizofrenia, bipolaridad, estrés post traumático, euforia, delirantes. De las 37 personas albergadas, 8 de ellos están bajo medicación psiquiátrica, 12 consumen medicamentos relacionados a enfermedades cardiacas, derrames cerebrales, diabetes, hipertensión, artrosis y restricciones de movilidad.
El albergue cuenta con un área de cocina, un cuarto de camas hospitalarias para la atención de pacientes con mayores situaciones de movilidad o que requieren algún cuidado especial, así como espacio para meditar u orar, sin importar su creencia religiosa. Tres cuartos tiene el albergue que se dividen en 2 partes para un aproximado de 7 u 8 personas por espacio.
La pandemia agravó la situación, las llamadas de rescate de adultos mayores en situación de calle y los casos de abandono en los centros hospitalarios se dispararon.
Para Francisco De León, el joven graduado de psicología, quien vio en su profesión una herramienta al servicio de los más necesitados inspirado por su abuela que hoy tiene 101 años de edad, la experiecia de amor, de sufrimiento, así como los momentos difíciles que sufren estas personas por la falta de apoyo han marcado su vida personal y profesional.
Sostiene que es una experiencia desgastante, pero de gran aprendizaje. "Como profesional de la ciencia nos recuerda que no son objetos, son personas que sienten, que sufren y que aman".
Entre los internos se apoyan en la atención de sus compañeros, la limpieza y la compañía, sin embargo, la mayoría de ellos guardan la esperanza de que sus familiares los recuerden, los perdonen y los acompañe en su camino de recuperación.
De León reconoce que esta última, es la tarea más difícil dentro del albergue. Desde su inauguración, el albergue ha acogido a más de 120 personas, y solo 20 familias se han logrado contactar, ninguna ha manifestado interés en acoger a sus familiares.
El especialista señala que el mayor motivo de abandono por parte de los familiares, es no saber tratar con los trastornos mentales y por la falta de sensibilidad con respecto al tema terminan abandonandolos a su suerte.
El albergue también 'opera con las uñas' en medio de la necesidad de apoyo económico, social y de voluntarios, explica De León. Dependen de las donaciones de la población, la solidaridad de especialistas y médicos; además requieren donaciones de ropa e insumo de aseo.
Los dineros que reciben van dirigido a la compra de medicamentos, la mayoría bajo receta médica, de necesidad básica y que no son de venta abierta. El costo de operación del albergue mínimo, alcanza los $365.00 quincenales en medicamentos, de 250 a 400 dólares en alimentos, cifra similar en los temas de salud, además de los servicios de agua y electricidad.
Del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) reciben apoyo de especialistas, pero en el aspecto económico, solo cuatro personas reciben algún beneficio o subsidio del Estado, que de forma voluntaria lo entregan al centro para solventar gastos.
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