¡Que no mueran solos!, el ruego ante la COVID-19
Angustia, impotencia y desesperación ha sido la dura realidad de muchos panameños que han tenido que enfrentar la muerte de un miembro de su familia a causa de la COVID-19.

Las situaciones en las salas de hospitalización y de UCI son muy difíciles paa el personal de salud.
Algunos todavía tienen el recuerdo de ese último día que vieron y se despidieron de su familiar, porque había que aislarlo, para evitar el contagio. Sin saber muy bien la condición y cómo avanza la enfermedad, se vive esa agonía de cómo estará, y a los días recibir la desgarradora llamada de que murió y no pudieron darle esa voz de aliento, que hubiera podido ser la diferencia en medio de tanta incertidumbre.
Este fue el caso de Carlos Castro, quien al llevar a su mamá a un chequeo de rutina, le notifican que estaba contagiada por COVID-19 y tenían que trasladarla al hospital en Panamá. Carlos, desesperado se fue con ellos y al llegar al Complejo Hospitalario, no pudo verla, ni darle un abrazo.
"No me dejaron ni abrazarla, a una distancia de 10 metros, solo pude decirle mamá te amo y ella me miró y me levantó la mano, desde ahí empezó mi experiencia más profunda con Dios", dijo.
Contó que los 5 primeros días no tuvo respuesta alguna del hospital, al quinto día le llamaron para notificarle que habían entubado a su mamá y que tenía en sus exámenes muchos asteriscos. Sentía más preocupación.
"Empecé a ver las estadísticas del informe diario y veía que las personas de 60, 70 y 80 años eran las que menos sobrevivían, y pensé si mi mamá sobrevivió de cáncer linfático (uno de los peores a nivel mundial), esto para ella debe ser más sencillo y la encomendé a Dios".
Pasaron 10 días y empezaron las llamadas del hospital, "su mamá no mejora". A los días, "su mamá va evolucionando, a su mamá le controlamos la presión, le controlamos la azúcar". No obstante, se fue complicando.
"Los últimos 5 días tuve sueños fuertes, donde mi papá me decía que me preparara que venían cosas fuertes y al día 22 me llaman para decirme que mamá falleció", sostuvo.
Aseguró –con la voz quebrantada- "si hubiera podido verla… si me hubieran dado 10 minutos de esos 22 días, no sé si los designios de Dios hubieran cambiado, pero yo me hubiera sentido más tranquilo, porque yo dejé a mi mamá animada, contenta y de imaginarme que la iba a sacar en una caja incinerada, eso va a ser duro", contó. Agregó que su mamá pudo haber caído en depresión por estar lejos de la familia.
Enfermeras, angustiadasAna Reyes de la Asociación Nacional de Enfermeras, explicó que las situaciones en las salas de hospitalización y de UCI son muy difíciles, porque muchas veces el paciente llega caminando y ese es el último recuerdo que le queda a su familia.
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"El familiar se comunica con la parte médica por medio de una llamada. Pero el mismo paciente pierde ese contacto, pese a que están conscientes", aclaró Reyes.
Algunas de las enfermeras se comunican con los familiares, hacen video llamadas, pero no es algo que la institución permita. "Es algo que necesitamos que haya esa comunicación paciente- familiar, hay mucha angustia, desesperación estrés y el personal de salud también lo vive", resaltó.
El tema es cuando están en ese nivel previo donde aún hay conciencia o cuando los extuban que hay cierta mejoría, ese periodo es muy mucha angustia. “Definitivamente, que la parte de la salud mental del paciente y del personal de salud se afecta”, dijo.