Sobre el proceso evolutivo del hombre
De presa frágil que es expuesta y doblegada por el orden de los elementos y del clima, dominado únicamente por dictados de la entraña y el instinto, se forja en él muy lentamente el arte de contemplación individual; se hace la luz.
Investigadores y estudiantes de la Universidad de Tel Aviv, han creado un nanosatélite que estudiará la radiación cósmica. Aunque el hombre ha llegado a dominar el mundo, todavía le queda el dominio sobre su persona. Foto: EFE.
“Como el hueso cortado, como el cuerno pulido, como el jade labrado, como la piedra molida”.Confucio
Una zancada evolutiva, casi cuántica, en la evolución del homo sapiens se vino a dar en términos recientes de hace solo unos 27,000 años.
Cientos de teorías han sido puestas en la mesa de la ciencia por expertos, para dar con él por qué nos separamos tanto del resto de la creación desde ese entonces.
La hiper violencia del macho se mitigó, por lo menos hacia la propia especie; el apareamiento físico, animal, cobró propósitos más vinculantes y comunitarios; se fue pasando lentamente de recolector y presa al cazador experto, con armas más sofisticadas que cualquier defensa natural legada a alguna especie; se fue reverenciando el sueño de la noche dentro del periodo de vigilia, como una conexión del hombre con el mundo espiritual; se fue acosando aquella megafauna que no formaba antes parte de su dieta regular, hasta acorralarla en el umbral de la extinción.
Pudo bien ser ese instinto predatorio el que llevó a labrar el cambio evolutivo-anímico en el hombre, que lo hizo fantasear con ser la especie dominante de este mundo, por encima del resto de los animales, hasta encadenarlos bajo su dominio.
Para dominar la bestia, tuvo que pensar en formas constructivas de atraparlas, lo que exigió creatividad en ingenio; se concentró en tareas muy específicas, dedicando tiempo hacia el procesamiento de aquellos subproductos de la caza, como el cuero, ligamentos y materia prima aprovechada por el hombre para procurarle, entre otras cosas, abrigo artificial y combustible.
Los propios huesos de la megafauna le sirvieron a nuestros ancestros como leña ardiente en esas frías noches de la estepa congelada, que carecía de otro combustible materia; y esos huesos de los animales poderosos que habían caído bajo el puño y el ingenio de los hombres, fueron luego transformados en las armas para darles muerte a aquellas mismas presas.
Cultivaron el arte de labrar la piedra hasta formar finos cuchillos y puntas de lanza que, como las Clovis de la América, quedaron alojadas en el interior de aquellas gigantescas presas que les daban el sustento diario a aquellas poblaciones.
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Pero toda esa transformación de la materia por el propio hombre; aquellas largas horas de preparación y planeamiento de la caza; el orgullo y gratificación de contemplar los resultados de su obra y de su creatividad; llevaron finalmente al hombre a consumir el fruto tan vedado del conocimiento.
De presa frágil que es expuesta y doblegada por el orden de los elementos y del clima, dominado únicamente por dictados de la entraña y el instinto, se forja en él muy lentamente el arte de contemplación individual; se hace la luz.
Sin duda, en el principio sí fue la palabra, y comenzó a llamar las cosas por un nombre predilecto que jamás tenían; comunicó a sus compañeros emociones en formas de expresión más atenuantes y distintas a la violencia natural, dando vida colorida a la roca enmudecida antes y dejando impresa en las cavernas la luz clara de la creatividad aquella que solo es fruto mágico del intelecto humano.
Curiosamente, aunque el hombre sí ha llegado a dominar el mundo, todavía le queda el reto evolutivo de dominio sobre su persona.
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Abogado.