¿Para qué Plan de Seguridad Nacional?
- Antonio Saldaña
- - Publicado: 18/5/2000 - 11:00 pm
Efectivamente, aunque en la agenda diplomática de Panamá y Estados Unidos, sólo quedan pendientes dos temas, es decir, las nuevas relaciones entre ambas naciones, en el marco de igualdad y respeto; y, el importantísimo asunto de la limpieza de las bases militares. El pro-norteamericano ministro de Gobierno y Justicia, recientemente, en reunión efectuada con agentes del Pentágono, del Departamento de Estado, del Comando Sur y en presencia del procónsul yanqui Simón Ferro; identificó el Canal de Panamá como objetivo militar de terroristas; y probables agresiones y sabotajes del crimen organizado. Estas afirmaciones temerarias, por decir lo menos, reflejan en el fondo las concepciones desfasadas del premier, además de ser contrarias a la dignidad soberana del pueblo panameño. Dichas, no por cualquier connacional, resultan sumamente graves y peligrosas.
Son desfasadas porque Wiston Churchill Spadafora Franco, con sus apreciaciones conduce sus pasos y con ellos los de toda la nación, por el espinoso camino de la subordinación. Y para colmo de males, sustenta una tesis técnico-militar desechada desde hace mucho tiempo, por los propios estrategas de las Fuerzas Armadas norteamericanas. ¡El Canal de Panamá es, militarmente, indefendible! Básicamente por dos razones: el desarrollo alcanzado por la tecnología militar; y porque los panameños decidimos no tener ejército nacional y mucho menos extranjero, ya sea en calidad de asesores, visitantes o vestidos de paisanos. Para el cuidado de las instalaciones del Canal de Panamá, es suficiente la seguridad industrial, que por mandato constitucional y legal, recae exclusivamente en la Autoridad del Canal de Panamá.
En última instancia, el Canal, un bien al servicio del comercio mundial, está mejor protegido con el "cariño de los panameños" que concertando acuerdos de defensa cuyo objetivo, como todo el mundo intuye, es el de alinear al país a los planes guerreristas e intervencionistas del imperio allende al Potomac.
¡Gracias a Dios! Como resultado de la culminación del Tratado del Canal de Panamá el 31 de diciembre de 1999, nos desvinculamos formalmente de la teoría de seguridad nacional de Estados Unidos y de las consecuencias de su pretendido rol de gendarme del mundo.
Por otro lado, los comentarios de este panameño, mejor nacido en un estado del sur de Estados Unidos, son para añadiduras preocupantes, porque relacionan el problema de la inseguridad en la frontera de nuestro país con Colombia, a través de la firma de un tratado a todas luces de carácter militar; ante la inminente "vietnamización" del conflicto interno del hermano pueblo de Colombia. Esta advertencia fue hecha al Presidente estadounidense, por los líderes del Congreso, quienes han reducido la ayuda financiera y la cantidad de expertos militares ofrecidos por el primero, al gobierno colombiano. De los 1600 millones de dólares solicitados por Bill Clinton, el Comité de Aprobaciones de la Cámara Alta, aprobó con mucha reticencia 934 millones de dólares. Los senadores no sólo redujeron la cantidad de dinero, sino que establecieron límites al número de militares y civiles destinados a Colombia.
En síntesis, el problema del gobierno es de dignidad y voluntad política. Voluntad que consiste en cumplir el mandato histórico del pueblo de ejercer nuestra soberanía, en todo el territorio nacional. El gobierno debe empinarse sobre las presiones y chantajes del coloso del norte y diseñar un plan de desarrollo integral del Darién, cuyos principales competentes deben ser el desarrollo económico, social y ecológico. En otras palabras, para pocos es un secreto, que la militarización del combate contra el narcotráfico, como nuevo paradigma, no es más que la justificación ideológica de las multimillonarias utilidades que devenga el complejo Industrial Militar del "norte revuelto y brutal"; luego del fin de la ilusión y de la caída del socialismo real en Europa.
En consecuencia a Panamá, un pequeño y pacífico país, al servicio del comercio mundial, más que estar negociando pactos estratégicos de seguridad nacional, le corresponde en esta fase, de forma unívoca, perfeccionar la neutralidad en todo el territorio nacional.
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