Falta de concentración
A menudo se les diagnostica a los niños "falta de concentración" en clase y luego se les encasilla dentro de esa clasificación para el resto de sus actividades.

Falta de concentración
A menudo se les diagnostica a los niños "falta de concentración" en clase y luego se les encasilla dentro de esa clasificación para el resto de sus actividades. Salvo los problemas ocasionados por enfermedades neurológicas y psicológicas determinadas por especialistas y que tienen su tratamiento, en general el asunto está condicionado por los intereses vitales de las personas.
Ese mismo niño que se distrae en clase lo ves luego jugando con el intendo, o viendo una película de dibujos animados, o pateando un penalti con el balón a la portería contraria, y el nivel de concentración es el máximo. Todo depende del interés supremo que le ponga. Así nosotros. De acuerdo a nuestros intereses ponemos la atención. Todo depende de cuales sean nuestras aspiraciones en la vida.
La Magdalena, pecadora pública, frustrada, triste, vacía de Dios, pero con hambre de eternidad, se encontró con un hombre diferente, con mirada limpia, con corazón inocente, sabio, compasivo, humilde, que hablaba con autoridad divina, y se concentró, puso su mirada sobre él. Y escuchó con atención la parábola del Hijo Pródigo. Siguió paso a paso la historia del joven que derrochó la fortuna y que volvió a la casa del Padre y fue perdonado de todos sus pecados. Y se vio a sí misma reflejada en la parábola, como la hija que vuelve arrepentida a la casa de su Padre.
Esta mujer distraída, superficial, envuelta en sus ropas finas, joyas y belleza seductora, que no le importaba nada, se concentró en algo en extremo importante, su vida eterna, su felicidad, su ansia de plenitud, porque encontró a alguien que le tocó el alma. Eso le cambió la vida. Se detuvo a escuchar, a contemplar, a entrar en una dimensión superior de la existencia, al nivel profundo del alma que aspira a Dios. Y todo se hizo nuevo para ella. Se elevó, se transfiguró por dentro; descubrió a Dios dentro de ella; se vio por dentro brillante, bella. Y se vio por fuera, y lo que antes era bello, seductor, se tornó feo, horrible, monstruoso. Y le dio asco. Y renunció a todo. Y se hizo discípula de Cristo. Y lo siguió hasta el final. Y lo contempló resucitado.
Nunca más se distrajo, y dejó de ser supeficial. Se concentró en el misterio del Dios hecho hombre. Y se hizo sabia, profunda, llena de armonía, de paz, de serenidad. Está claro: cuando uno encuentra el centro profundo de su interés vital, uno se concentra, deja todo lo demás, encuentra la perla fina, el campo de gran valor, y vende todo los demás, como dice Jesús. María Magdalena, después de su conversión, concentrada en el misterio de Dios, nunca más fue manipulada por el oro y el poder de este mundo.