Sobre la extinción del hombre
Estamos, pues, en el umbral de la extinción por nuestra propia mano y, aún así, no tomamos todavía esas medidas drásticas que podrían brindar tal vez alguna chispa de esperanza para la supervivencia misma de la especie.
El afamado virólogo a Frank Fenner en el 2010, ya vaticinó que el hombre desaparecerá del mundo inevitablemente el curso del próximo siglo, debido a la destrucción del medio ambiente y del cambio climático. Foto: EFE.
Con ella todo puede edificarse; sin ella todo puede destruirse. Me refiero a la educación, a la formación temprana y responsable de los individuos dentro de una sociedad globalizada, como la de hoy. Es curioso el punto al que ha llevado el hombre al mundo, acorralando su existencia misma en una esquina de ese cuadrilátero en el que lucha por vivir.
Por todos lados, vemos síntomas de nuestra era; una era de proliferación del hombre, cuya población alcanza hoy la cifra inusitada de los 7684 millones de personas, y una era decadente para el resto de los seres vivos y de la naturaleza, con los que debimos necesariamente convivir. La era antropogénica, que no debe confundirse como la era del hombre propiamente, sino más bien con su impacto sobre el mundo en el que vive.
Un impacto cada vez más evidente, con disminuciones significativas, por ejemplo, en la población de insectos, que en algunos casos ha bajado en proporciones bíblicas que marcan un descenso de hasta 76%.
Océanos plagados de un polietileno que toma por, por lo menos, 150 años para degradarse y que, según informes de la ONU, alcanzará la cifra de más de 12 mil quinientos millones de toneladas de desechos para el año 2050.
Ríos contaminados con los mismos pesticidas que ayudan al cultivo de los alimentos que consume a diario el mundo. Alimentos que han sido artificiosamente ya privados de valores nutritivos y cargados con edulcorantes y otros químicos que contaminan y envenenan.
¿Hacia dónde se dirige el hombre?, es la pregunta. Porque el mundo mismo no deja nunca de existir. Y seguirá girando en ese enorme firmamento por el que se desplaza a 107.280 kilómetros por hora alrededor del astro sol. Sería un mundo silencioso de la voz del ser humano, contaminado, con lluvias ácidas y con residuos tóxicos y pestilentes; pero la vida misma de la Tierra seguirá, con o sin el hombre.
Y sin duda, en algunos miles de años, se restablecería a su estado natural, saneada ya de aquel que fue su hijo predilecto y luego su parásito nocivo: el ser humano. Tenemos que reflexionar sobre estas cosas porque, como me decía un buen amigo ngäbe, la Tierra puede vivir sin el hombre, pero el hombre no puede vivir sin la Tierra.
¿Quién, entonces, necesita a quién? Si devastamos todo aquello que tenemos y que aprovechamos por legado natural, terminaremos finalmente devastando nuestro propio hogar y su sustento. La zona de exclusión de unas 19 millas que rodea la planta de Chernóbil en Ucrania es una viva prueba de ello; sin la huella del hombre desde 1986, la flora y fauna han prosperado de manera casi irrefrenable.
VEA TAMBIÉN: El estamento administrativo, pieza esencial en el aseguramiento de la calidad de la educación superior
Ante ese escenario, sería tal vez propicio para el ser humano tragar la copa amarga que nos brindan estudiosos tales como el afamado virólogo a Frank Fenner que, en el 2010, ya vaticinó que el hombre desaparecerá del mundo inevitablemente el curso del próximo siglo, debido a la destrucción del medio ambiente y del cambio climático.
Estamos, pues, en el umbral de la extinción por nuestra propia mano y, aún así, no tomamos todavía esas medidas drásticas que podrían brindar tal vez alguna chispa de esperanza para la supervivencia misma de la especie.
Abogado.
Cambio Climático
Contaminación de alimentos
Contaminación de mares
Extinción
Extinción del hombre
Impacto
Lluvias ácidas
Lucha por vivir
Medio Ambiente
Naturaleza
Sociedad globalizada