Él me recibió al nacer, yo lo despedí
... unos días antes de fallecer, después de asearlo, me miró como nunca, parece que le vino una luz y me empezó a bendecir como hacían los patriarcas a sus hijos en el Antiguo Testamento, al terminar me dijo: Me has preparado con esmero para la sepultura.
En un articulo anterior les compartí vivencias de mi madre y sus doce hijos, ahora es con mucho agrado que quisiera compartirles otras vivencias o acontecimientos de mi historia familiar, en esta ocasión los pormenores de mi llegada a este mundo relatadas por mi mamá.
Han pasado varias décadas porque soy el quinto parto de doce. No preciso y no es relevante ahora, saber dónde estaban mis hermanos cuando yo nací, lo más probable es que estarían con mi abuela porque vivíamos en Colón y ella también, y de seguro mi mamá a un par de semanas para parir, con una barriga muy grande como fue la mía, no estaba en condiciones de cuidar y atender a cuatro chiquillos, si tenía la opción de dejarlos con su abuela. En ese entonces mis padres vivian en la calle 4ta y Meléndez, apto 14.
Mi mamá tenia un leve problema de estreñimiento y, de vez en cuando, tomaba leche de magnesia, era lo más suave, con la anuencia del médico por su condición de embarazada.
La noche anterior al 10 de diciembre (día la declaración de los derechos humanos) había tomado una cucharadita de magnesia porque tenia como dos días de no ir al baño, ese día fue como siempre ¡y de pronto, llamó alarmada a mi papá porque la experiencia le indicaba que se estaba pariendo!
Mi papá fue y como pudo la llevó a la cama y ella le dijo que no había tiempo para ir al hospital, que buscara a una partera conocida de ella que vivía cerca, y entre mi papá y la partera me trajeron al mundo, nací en casa como las princesas.
Los primeros días, mi papá lavaba mis pañales y antes de irse a trabajar a la Zona del Canal, le dejaba a mi mamá una sopita hecha.
Estando yo muy pequeñita se vinieron a vivir a Panamá de un lugar a otro en San Francisco de la Caleta, vivimos en varias partes hasta que llegamos a la galera donde les compartí en el articulo: “Mi madre y sus Doce Hijos”.
Cuando mi papá lo destituyeron como Secretario del Juez en la Corte de la antigua Zona del Canal, por medio de unos amigos consiguió un empleo en los Estados Unidos, no era fácil porque había que hacer muchos trámites y solo podía llevarse, por el momento, a los tres hijos más chicos por lo del affidavit (declaración jurada) o algo así. Yo no entendía mucho de esos trámites, pero mi papá se fue primero, luego mi mamá con dos hermanitas y el último que era varón.
En otro momento les comparto los detalles, recuerden que esto no es para un reality o serie de televisión, por eso no tiene orden cronológico se los comparto por acontecimientos que recuerdo.
VEA TAMBIÉN: Empleadores: tomemos “El Toro por los cachos”
El sueño americano para muchos es pesadilla, mi mamá tuvo que hacer lo que no hizo acá en Panamá, ¡trabajar! Porque mi papá no pudo hacer lo que soñó hacer, con sacrificios mis hermanitos se educaron hasta completar la enseñanza superior y posteriormente se casaron.
Aquí voy a saltar hasta el momento, que ya adultos mayores, a mi papá le cortaron una pierna a causa de la diabetes que tenía y mi mamá sufría de angina de pecho, así que decidió venir con él a Panamá a ver qué decidían mis hermanos, y se hospedaron en mi humilde apartamento donde yo vivía casada,(ahora soy viuda), dejé mi trabajo para atender a mi papá y ayudar a mi mamá por sus limitaciones.
A causa de la amputación de su pierna, mi papá sufría de una severa amnesia, ni a mí me reconocía, para no entrar en tantos detalles, un día dándole el desayuno sufrió un infarto, y cayó al piso, como pude con la ayuda de mi mamá lo levantamos y así como él me recibió un día en sus brazos él expiró en los míos.
Imagínense ¡qué impresión me llevé! Tenía 85 años al fallecer. Hay un detalle que no quiero pasar por alto, y es que unos días antes de fallecer, después de asearlo en la cama, como lo hacía, lo afeité y le hice el corte, después lo senté en su silla de ruedas, al hacerlo me miró como nunca, parece que le vino una luz y me empezó a bendecir (en inglés, no entendía mucho, pero estaba impresionada) como hacían los patriarcas a sus hijos en el Antiguo Testamento, al terminar me dijo: Me has preparado con esmero para la sepultura.
VEA TAMBIÉN: Sebastián Rodríguez Robles: el constitucionalista ante la pandemia
No entendí. Lo comprendí cuando murió a los días. Después del funeral, pasadas unas semanas, mi mamá se regresó para no perder su residencia. A los dos le mandaban su chequecito acá. Seguiré compartiendo.
Escritora.