Manos a la obra antes que pase algo peor
Lo que hasta hace poco parecía inocuo, tomó dimensiones dramáticas el pasado sábado, cuando producto de un fuerte aguacero
- Egbert Lewis
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- - Publicado: 11/11/2019 - 08:00 pm
Las instalaciones del Hipódromo Presidente Remón han pasado de estar medio de la nada a estar en medio de todo y eso ha traído sus consecuencias.
Con el amplio desarrollo comercial y urbanístico que se ha dado en sus alrededores, el “templo hípico” de Juan Díaz se ha convertido, sin querer exagerar, en una zona inundable.
Por años hemos denunciado que el área de estacionamientos, ubicado en la tribuna principal, queda totalmente anegada cada vez que cae un mínimo aguacero.
La administración del hipódromo ha explicado que se trata de un tema no necesariamente responsabilidad de la empresa, toda vez que por un defecto en el sistema de desagüe y la inclinación existente con respecto a la ciudad deportiva y la avenida principal, el agua tiende a devolverse o empozarse, produciendo la inmensa laguna que se aprecia cada vez que se acentúa la precipitación pluvial.
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Lo que hasta hace poco parecía inocuo, tomó dimensiones dramáticas el pasado sábado 9 de noviembre, cuando producto de un fuerte aguacero que se que se registró en el área metropolitana, un alto porcentaje del paddock cubierto quedó totalmente anegado, lo cual produjo las consabidas incomodidades y el atraso de la programación.
Pero más allá de esos eventos coyunturales, el episodio del cual fueron testigos cientos de hípicos el pasado fin de semana, representa una alerta para la administración del hipódromo a fin de que se hagan los correctivos necesarios para que, por lo menos en la zona del paddock, en donde están los caballos y la mayoría de los protagonistas del espectáculo, no se generen mayores perjuicios en caso de repetirse un episodio igual o peor del que estamos reseñando.
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Independientemente, de la situación financiera imperante, se hace necesario contratar ingenieros o especialistas para que analicen la situación y ofrezcan alternativas de solución que pueden ponerse en ejecución en la venidera estación seca, con el propósito de estar prevenidos para la siguiente época lluviosa.
No queremos pecar de exagerados, pero lo que aconteció ese día es augurio de que vendrán momentos más serios y hay que prepararse para enfrentarlos.
Con ello se protegerá la inversión de los dueños de caballos, la seguridad de los jinetes, preparadores, ponys, así como la misma estructura -de por sí viejas- de las instalaciones que se irá minando, si estos episodios se hacen repetitivos.
Y, lo más importante de todo, es que se vende una mala imagen hacia fuera, que es lo que menos necesita el hipódromo en estos momentos.
Manos a la obra, que para luego es tarde.
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