El reto de sacar lo mejor de cada atleta
Los casos más sensibles que tratan el 'sensei' Frías y sus entrenadores son con niños que presentan discapacidad visual, autismo e hidrocefalia, los cuales necesitan de una metodología especial.
En el "dojo" del Club Senshi No Kobushi, de la Fundación para el Desarrollo Senshi, niños con discapacidad y sin discapacidad entrenan unidos. /Foto Anayansi Gamez
Para el sensei Eduardo Frías, la transmisión de conocimiento a personas con discapacidad representa una misión que se debe llevar a cabo con disciplina y firmeza, pero a la vez con mucho amor y cariño.
El éxito que ha tenido con atletas como Luis Mario Moore, a quien ha ayudado a convertirse en un baluarte de nuestro deporte, trabaja para replicarlo en otras personas con diferentes tipos de discapacidades.
Enseñar artes marciales en el Club Senshi No Kobushi y sacar lo mejor de cada atleta, independientemente de que posea o no una discapacidad, representa siempre un reto.
Pero siempre hay unos que necesitan más ayuda que otros, reconoce. Crear conciencia en ese sentido es uno de los objetivos de la inclusión.
Y así como lo ha hecho con jóvenes como Luis Mario y Ana Gabriela Ehrman (discapacidad auditiva), entre otros, el sensei aspira ayudar a sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos. El objetivo es que sean uno para todos y todos para uno.
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"Los casos más difíciles son los de hidrocefalia, al final, cada caso te conmueve por los resultados que ves, pero el de hidrocefalia termina exigiéndote más, tienes que usar más herramientas, más adecuaciones para que lo hagan; es complejo, emotivo, porque cuando ves los resultados te das cuenta de que no hay ninguno al que le podamos decir no lo hagas, todos lo van a poder hacer (los movimientos), el tema es qué tiempo vamos a demorar en ver los resultados", expresa el sensei.
Precisamente, la nueva sede de la Fundación para el Desarrollo Senshi (Fundesen), en el Estadio Nacional Rod Carew, le permitirá un proceso de enseñanza-aprendizaje más efectivo.
"Hay varias maneras de enseñar y eso es lo que queremos transmitir a otros entrenadores de karate en el novedoso Centro de Alto Rendimiento Inclusivo", dijo Frías.
Explica el sensei que cada vez que llega un niño a la academia se le explica que el grupo necesita de su ayuda, algo así como decirle "yo te voy a enseñar karate, pero necesito que me ayudes", y en esta dinámica también se involucra a los padres, quienes entienden que su niño estará vinculado con chicos que presentan alguna discapacidad, y terminan ayudando.
AnécdotaEn este sentido, Frías, a manera de anécdota, narra cómo ha convertido a los chicos de su dojo en sus principales aliados para trabajar con los niños con discapacidad.
Durante un día de entrenamiento, un chico con autismo se ponía mal cuando pasaba algún automóvil, "el chico, literal, se desplomaba al piso" con un ruido que para el resto era insignificante. De pronto, una de sus alumnas mostró su frustración por aquel comportamiento.
Recuerda Frías que esa expresión de su alumna: "otra vez fulano" encendió una luz de alarma, por lo que decidió mover al chico con autismo a otra sección del dojo con uno de sus senseis y él reunió a sus estudiantes y les pidió ayuda.
"(Les expliqué) él no tiene las mismas habilidades que ustedes, no resiste algunas cosas que ustedes sí, ¿será que me pueden ayudar? Y desde ese día, todos los niños comenzaron a tener una actitud que, cada vez que él manifestaba esa conducta, todos buscaban ayudarlo. Empezaron a entender que su sensei, al que el niño le tiene mucho respeto porque ellos creen que lo puede todo, pero adivina, con esto no puede y para hacerlo, me necesita a mí. Y ellos empezaron con eso de que el sensei necesita que lo ayude".
ComplicadoReconoce que tratar a un niño con autismo fue complejo porque él no conocía sobre esa condición, "lo vi como una conducta totalmente diferente a los demás niños y comenzamos a trabajar".
Destaca que todo fue ensayo y error porque era algo que no sabían hacer: "Simplemente le dijimos a la mamá no te lo lleves, vamos a ver qué podemos hacer por él, y el reto crece cuando le pedimos al Centro Ann Sullivan medir con los otros 10 niños".
Este año, en el dojo, recibieron a niños con parálisis cerebral y retraso mental, e igualmente utilizan el mismo método de enseñanza.
"En karate, el desplazamiento que hace el niño de derecha a izquierda, de adelante hacia atrás se llama embusen; ese embusen se dibuja en el piso con los colores primarios sobre fondo negro, y se dan las órdenes y ellos van desarrollando (la técnica), esto ayuda a los niños con discapacidad intelectual", asegura.