María Magdalena, tan cerca de Cristo, olvidada después
Al lado de la vida de Jesucristo estuvo, además de su Madre, la Virgen María, otra mujer en la sombra, María Magdalena, o Miriam de Magdala como aparece en los cuatro evangelios, representada en la tradición católica como símbolo del arrepentimiento.
Magdalena penitente de José de Ribera (1635) uno de los maestros del barroco. EFE
María Magdalena fue la mujer que estuvo siempre al lado de Jesucristo antes, durante, y después de la Crucifixión.
Fue además la primera persona en tener el privilegio de "verle" tras la Resurrección y quién dio la buena nueva al resto de los apóstoles. En realidad se llamaba María (Miriam), pero se la conocía en su época por su procedencia, "la de Magdala", una aldea junto al lago de Galilea y de ahí el gentilicio de María Magdalena.
Lo más aceptado es que se trate -apuntan los expertos- de María de Betania (la hermana de Marta y Lázaro) que se trasladó a vivir a un lugar de Galilea, sin mencionar dónde, por lo que pudiera tratarse de la pequeña aldea de Magdala, y de ahí María, "la de Magdala" o "Magdalena", quién pasó toda su vida al lado de Jesús de Nazaret, incluso en el largo proceso que llevó a su muerte y crucifixión, cuando otros huyeron por miedo, incluso le negaron reiteradamente, como Pedro, sobre el que fundó su Iglesia.
María Magdalena permaneció a su lado, siendo la primera persona a la que se le aparece el Resucitado y por tanto la portadora del mensaje más importante de la cristiandad, la Resurrección de Jesucristo a los apóstoles: ¿Cabe mayor reconocimiento?
Este milagroso encuentro inspiró también innumerables interpretaciones artísticas, conocidas como "Noli me tangere" No me toques, un tema recurrente en la historia del arte desde Giotto hasta Picasso.
En el arteReconocida en esa imagen de pecadora arrepentida, esta representación inexacta pero validada de la Magdalena alcanzó gran éxito a lo largo del Renacimiento y el Barroco, por las posibilidades que ofrecía a los artistas este tema para plasmar el cuerpo femenino en todo su esplendor.
Si Tiziano ofreció una serena belleza femenina de cabello rojizo, pero cuya hermosura parece pertenecer ahora únicamente a Dios, Caravaggio aportó una perspectiva divina en el momento de su contrición, tirando a un lado las perlas y las joyas mundanas, llorando avergonzada.
Del maestro del barroco español, José de Ribera, El Españoleto, destacamos la Magdalena Penitente (1641), ejemplo de su etapa más colorista influenciada por los maestros venecianos y posterior a la otra más tenebrista, influenciado por Caravaggio, representa a una Magdalena bella, de sensualidad velada, todavía ajena al dolor, antes de la muerte de Cristo.
La Magdalena de Veronese también refleja las transformaciones de la pintura religiosa veneciana hacia 1580, bajo el nuevo orden de prioridades impuesto por el Concilio de Trento (1545-1563), con su énfasis en temas como la penitencia o el martirio de los santos.
No guardó ese decoro exigido el arrebatador pincel de Rubens que capturó la impetuosa entrega del amor de María Magadalena hacia Cristo en su obra de 1615, consiguiendo reacciones negativas, dada la adulación "indecorosa" manifiesta.
Representada en la madurez de la vida, destaca la talla de madera policromada de la Magdalena Penitente (1664) de Pedro de Mena, una de las creaciones más originales y soberbias de la escultura barroca española. La santa es presentada con simplicidad, de frente, pero desgarrada por el dolor que la inclina hacia el crucifijo que sostiene en una mano, concentrando toda la emoción que no puede contener en el rostro, creando una especie de "silencioso diálogo místico".
Sin llegar a la turbadora Magdalena de Donatello, una sobrecogedora imagen que el florentino esculpió en 1453, al final de su vida, donde una santa demacrada por la edad, impresiona no solo por su desbordante dramatismo sino por su sorprendente modernidad.