Vacunas, propiedad intelectual y ética
...resulta totalmente inmoral que en aras de mantener los derechos de propiedad industrial de las grandes casas farmacéuticas y sus enormes ganancias, se sacrifiquen a miles de seres humanos por la incapacidad de producción de estas empresas.

Debe existir un acuerdo mundial que elimine las patentes de invención de las farmacéuticas que han desarrollado vacunas contra la COVID-19 y se permita una producción masiva de vacunas. Foto: EFE.
Las patentes de invención son un elemento de la propiedad industrial, parte de la propiedad intelectual. A través de las patentes se protegen las invenciones que son definidas por la ley panameña de propiedad industrial como "toda idea aplicable en la práctica para la solución de un problema técnico determinado" (Ley 35 de 1996, modificada por la Ley 61 de 2012).
Las patentes buscan garantizar los derechos exclusivos de lucro del poseedor de la patente de invención sobre el producto inventado. En resumen, la patente garantiza que el poseedor de la misma pueda lucrar (ganar dinero), gracias a la exclusividad de uso de su invención.
Entre las invenciones patentables se incluyen los nuevos medicamentos y vacunas. En la actualidad se han hecho muy conocidas las vacunas patentadas por diversas casas farmacéuticas contra la COVID-19. Estas vacunas son fuente de esperanza de la humanidad para la derrota definitiva de la pandemia y la elaboración de las mismas han generado enormes expectativas. Sin embargo, pese a la euforia por las vacunas, se encuentra la realidad de retrasos de producción, problemas de distribución y escasez de vacunas en casi todos los países del mundo.
Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al finalizar el año 2021, solamente 1 de cada 10 habitantes del mundo serán vacunados contra la COVID-19. Además, existe una clara diferencia entre el acceso a las vacunas para los países pobres y los más desarrollados.
El Director Ejecutivo de la Organización Mundial de Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, expreso que "el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los países más pobres", (BBC News Mundo, 19 de enero de 2021).
Podemos considerar ético que en los países ricos se vacunen a personas fuera del riesgo más alto (pues ya la población de riesgo fue vacunada), antes que se vacune al personal médico, adultos mayores y personas con graves patologías, de los países pobres. Siendo la pandemia un fenómeno mundial, que trasciende fronteras nacionales, ¿es ético considerar diferencias entre los seres humanos de diversos países?
Las casas farmacéuticas aducen un problema objetivo de capacidad de producción que dificulta el abastecimiento mundial de vacunas, pero no permiten la producción fuera de sus laboratorios, pese a no tener la capacidad de abastecer la demanda mundial de vacunas. Los derechos de patente de invención les permiten eso.
El promedio de muertes a nivel mundial del 17 al 23 de enero de 2021, fue de 13,872 muertos al día. En el mismo periodo en Panamá, hubo un promedio de 42 muertos al día. Son cifras dramáticas, que solo pueden ser contenidas con el acceso universal a la vacuna para toda la población.
Desde nuestra perspectiva, resulta totalmente inmoral que en aras de mantener los derechos de propiedad industrial de las grandes casas farmacéuticas y sus enormes ganancias, se sacrifiquen a miles de seres humanos por la incapacidad de producción de estas empresas.
Consideramos que frente al problema universal de la pandemia de la COVID-19, debe existir un acuerdo mundial que elimine las patentes de invención de las farmacéuticas que han desarrollado vacunas contra la COVID-19 y se permita a todos los laboratorios del mundo iniciar una producción masiva de vacunas que atiendan a toda la humanidad.
Profesor de Derecho Privado y Propiedad Intelectual de la Universidad de Panamá.