Un aniversario de 500 años
Gonzalo Fernández de Oviedo fue uno de los primeros cronistas de Indias en sentar testimonio escrito de la búsqueda de un paso que abriera la comunicación de
Gonzalo Fernández de Oviedo fue uno de los primeros cronistas de Indias en sentar testimonio escrito de la búsqueda de un paso que abriera la comunicación de los mares de Panamá. En su obra “Sumario de la natural historia de las Indias” escribió: “Opinión ha sido entre los cosmógrafos y pilotos modernos y personas que de la mar tienen algún conocimiento que hay estrecho de agua desde la mar del Sur a la del Norte en la Tierra Firme, pero no se ha hallado ni visto ahora; y el estrecho que hay, los que en aquellas partes hemos andado, más creemos que debe ser de tierra que no de agua; porque en algunas partes es muy estrecha y tanto, que los indios dicen que desde las montañas de la provincia de Esquegna y Urracá, que están entre la una y la otra mar, puesto el hombre en la cumbre de ellas, si mira a la parte septentrional se ve el agua y los mares de la provincia de Veraguas, y que mirando al opósito, a la parte austral o del mediodía, se ve la costa y el mar del Sur”.
Esta cita de una crónica publicada alrededor de 1526 expresa la preocupación de los españoles de unir las costas panameñas, por vía acuática o vía terrestre. Carlos V tomó nota atenta de la importancia estratégica de comunicar el Caribe con la mar del Sur, descubierta por Vasco Núñez de Balboa. Gaspar de Espinosa, capitán de Pedrarias Dávila, presentó al monarca de la casa de Habsburgo la sugerencia de crear un camino a medias terrestre a medios fluvial que partiera de Panamá hasta el encuentro del río Chagres. Surgió así el Camino de Cruces y la ruta del Chagres que transportó el oro y la plata del imperio de los incas a Nombre de Dios y después a Portobelo para dejarlo en las bodegas de las naves de Sevilla, rumbo a la metrópoli.
Corresponde el mérito histórico de la concepción pionera de la comunicación de los mares del Norte y el Sur al extraordinario cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, alias Valdés, también pionero en la ciencia naturalista americana con sus descripciones de la flora y fauna del Nuevo Mundo. Fernández de Oviedo llegó como veedor de minas en la expedición de Pedrarias Dávila. Se enfrentó a Pedrarias por sus arbitrariedades contra españoles e indígenas y llevó a España un memorial de denuncias. El terrible gobernador segoviano lo nombró gobernador de Santa María la Antigua donde levantó casa para instalarse con su esposa y sus hijos. Pero el nombramiento fue un ardid para vengarse del cronista. Ordenó el traslado de la capital a Panamá, lo que dejó en la ruina a Santa María la Antigua. Abrumada por el infortunio, la segunda esposa de Fernández de Oviedo amaneció llena de canas, muriendo al poco tiempo. El amor por Darién sumió a Gonzalo en el desamparo económico y moral, aunque en forma transitoria.
Recuperado de sus desventuras en la isla la Española, hoy República Dominicana, Gonzalo escribió la Historia General de las Indias, el relato más fidedigno de la conquista del Istmo con los pasajes estremecedores del descubrimiento de la mar del Sur y el ajusticiamiento bárbaro de Vasco Núñez de Balboa.
Contemporáneo de Oviedo y Pedrarias fue Pascual de Andagoya, paje favorito del gobernador de Castilla del Oro, autor de dos obras: Cartas del Adelantado Pascual de Andagoya al Emperador Carlos V., escrita en 1540, y la Relación que da el Adelantado de Andagoya, de 1545. Fue nombrado visitador de la región del Birú, donde recibió de los caciques las primeras noticias de los contactos náuticos y comerciales de los súbditos del imperio incaico que arribaron a esa región austral panameña. La versión de Andagoya reconfirmó a Francisco Pizarro la existencia del imperio pródigo de riquezas auríferas que antes recibiera de labios del hijo Comagre en la expedición de Balboa a la mar del Sur.
Andagoya tiene un espacio importante en la historia de la comunicación interoceánica. Redactó una carta a Carlos V fechada en octubre de 1534 en Nombre de Dios, respondiendo dos cédulas reales requiriéndole sobre si se podía abrir la tierra del río Chagres a la mar del Sur. A las preguntas del Emperador respondió Andagoya que era un aviso de hombre de muy leve ingenio por ser imposible unir el Chagres a la mar del Sur. Acotó que lo que resultaba práctico era unir el Chagres a un camino terrestre. Dijo Andagoya: “El verdadero juntar de esta mar con la otra es que lo que se había de gastar en hacer la barca para el pasaje del río, V. M. mande que sea para que de aquí a Panamá se repare el camino y se abriese el camino para poder andar a la sirga hasta el puerto donde descargan las barcas que es de cinco leguas de Panamá, y estas se podían hacer de calzada y por todo esto que VM mandae traer de Cabo Verde cincuenta negros casados con sus mujeres, y con estos se podrían proveer y bastecer aquí, a muy poco trabajo y costa, cien gobernaciones que hubiese en esta mar del Sur”.
Prueba esta información de Andagoya la perspicaz constancia del Emperador, asesorado por la Casa de Contratación de Sevilla, de reforzar la ruta del Chagres y el Camino de Cruces como el esfuerzo pionero en la comunicación de los océanos.
Los actos del centenario de la construcción del canal debieran considerar los intentos históricos emprendidos 500 años antes para el tráfico de mercancías, de Panamá y España, y viceversa. Hubo otros intentos de comunicación interoceánico en el siglo XIX que suelen olvidar las gacetillas periodísticas. Antes de los franceses al mando de Ferdinand de Lesseps y del proyecto canalero de Theodore Roosevelt esta tierra fue escenario de la hazaña de unir los mares por río, por tierra, y por ferrocarril. No debemos mutilar la memoria histórica, porque representaría la desfiguración de la memoria de los que sin saberlo contribuyeron a la globalización del universo desde el istmo panameño.