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Natividad y la bucería de perlas en Coiba
Stanley Heckadon-Moreno (Antropólogo) - Publicado:
Tenía Natividad Tristán Ortiz 86 años cuando lo entrevisté en Soná, a orillas del San Pablo. Había nacido “en los tiempos de Colombia”, 15 de mayo de 1890, en La Mesa. El nombre original de esta explanada de Veraguas fue Taborabá, un cacique indígena. Los españoles la rebautizaron La Mesa de San Marcelo y el habla popular a La Mesa. Natividad fue bombero en la bucería de perlas del comerciante sonaeño Francisco “Checo” Martinelli. Sus recuerdos datan de inicios del siglo XX, cuando la bucería de perlas con escafandra estaba por extinguir este valioso recurso marino.LAS PERLAS MÁS BELLAS Y GRANDES SE VENDÍAN EN LONDRES Y NUEVA YORK. LAS CHICAS, EN PANAMÁ. LA CONCHA NÁCAR IBA A HAMBURGO. EN PANAMÁ SE METÍAN LAS CONCHAS EN SACOS DE HENEQUÉN, Y EL TREN LAS ACARREABA A COLÓN. EN 1861 SE EXPORTARON 1,200 TONELADAS. LA MAYOR EXPORTACIÓN, 700,000 KILOS, SE HIZO EN 1925.Por generaciones, la gente de las islas y costas del Pacífico del Istmo bucearon la concha de madreperla. Eran los “buzos de cabeza”. Buceaban en invierno, cuando la mar estaba calma y claras sus aguas. Bajaban 4 a 5 brazas, conteniendo el resuello uno o dos minutos. Su limitada capacidad de extraer conchas permitía que se recuperasen los placeres de madreperla. Luego se ocupaban de la pesca, la agricultura de roza, los tubérculos y tallos, esto es el plátano y el guineo, el pan de los pobres.En 1840, Augustus Siebe (1788-1872), ingeniero mecánico alemán que emigró a Inglaterra en plena revolución industrial, patentó el traje moderno de bucear. La escafandra, el vestido de caucho impermeable, manguera y compresor incrementaron la capacidad del hombre para trabajar bajo el agua. El primer usuario de este ingenio fue la marina inglesa, para salvataje de naves hundidas.Quizá las primeras escafandras llegaron tras construirse el ferrocarril de Panamá y tornarse Colón y Panamá en puertos claves de la navegación a vapor. Por ser equipos caros solo las bucerías mayores pudieron adquirirlas. Primero las de la capital, luego las del interior.Las perlas más bellas y grandes se vendían en Londres y Nueva York. Las chicas, en Panamá. La concha nácar iba a Hamburgo. En Panamá se metían las conchas en sacos de henequén, y el tren las acarreaba a Colón. En 1861 se exportaron 1,200 toneladas. La mayor exportación, 700,000 kilos, se hizo en 1925. Estimaba el biólogo marino Galstoff que representó 2 millones de conchas. Fue el inicio del fin. La bucería colapsa en la década de 1930. Se buscaron culpables, incluyendo a los japoneses. Se decía que habían contaminado las aguas.Así recordaba Natividad sus años a bordo del San Pablo, barco madre de la bucería de don Checo. “Cuando iban a bucear a uno le decían ‘vamos de marea’. El San Pablo tenía cuatro botes de regular tamaño. Yo andaba en el Trípoli. Como de 10 varas de largo y cuatro remos. Esos botes los hacían aquí mismo, en los cascajales del río San Pablo. Tenían vela, la máquina, mangueras y el tanque compresor. A veces el mismo buzo hacía dos mareas. Ellos bajaban con marea honda y marea seca”.“Habíamos cuatro bomberos por máquina. Más el cabo de vida. El trabajo principal de los bomberos era dale viento al buzo que iba por el plan y uno lo seguía. Dos bomberos se pegaban a la máquina y los otros dos jalaban remo pa’ echale el bote pa’ ‘onde iba el buzo. El tiempo que uno estaba pega’o a la máquina dependía de la profundidá. Entre más hondo, se revelaba más corto a los bomberos porque uno no aguantaba”.“Cada bote tenía seis tramos de manguera, de seis brazas cada uno. Solo en Sombrero de Pelo, en las islas Contreras, que es el lugar más hondo de to’a esta costa de Coiba y el golfo de Chiriquí, quedaba la manguera pará. A esa profundidá los bomberos no aguantábamos mucho. Un cuarto de hora, a lo maj. A 5, 6 o 10 brazas uno aguantaba hasta que el buzo jalara dos jabas de conchas. Eran jabas de alambre, que cuando había bastante concha no se demoraba uno mucho”.“Uno como bombero ganaba cinco reales por día o por marea, más la comida. A uno le pagaban esto en el puerto. Cuando uno venía a tierra le pagaban. Si uno quería plata, hablaba con el armador Domingo Pérez. Él llevaba todas las cuentas de la bucería. Andaba en el barco del patrón o el buque madre de don Checo. Cuando este buque se iba, los botes se iban a tierra a dormí. A veces durábamos hasta un año mar afuera. Otras veces seis meses”.“To’ esos buzos eran negros de Bahía Honda, menos Cruz Almengor, chiricano. Cruz sacó en Coiba la perla más grande del San Pablo. Yo nunca vi morí un buzo de la bucería de Checo Martinelli. Estaban los ‘buzos de plaza’, que eran los que estaban ‘comprometíos’ o sea que voy ‘onde usté y me socorro con usté, que me dé plata en adelanto. Entonces voy y buceo pa’ pagale la deuda”.