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Martinelli no es la culpa es la excusa/el opio es otra cosa

El problema que encarna a las clases sociales, históricamente, siempre ha sido el definir quién está arriba y quién reparte o distribuye al que está abajo.

Silvio Guerra Morales | opinion@epasa.com | - Actualizado:
Martinelli no es la culpa es la excusa/el opio es otra cosa

Martinelli no es la culpa es la excusa/el opio es otra cosa

El problema que encarna a las clases sociales, históricamente, siempre ha sido el definir quién está arriba y quién reparte o distribuye frente al que está abajo. Al que ésta arriba lo hemos llamado Gobierno y al que ésta abajo lo denominamos Pueblo. El pueblo entrega el voto para poner a alguien en el gobierno y el gobierno arremete hace contra el pueblo lo que se le ocurra o bien le venga en ganas.

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Entre tanto pobres, ricos, profesionales, etc., debaten por granjearse el gobierno. Es así cómo las llamadas clases sociales, entendidas como la clase social baja, la media y la alta, viven en permanente diatriba y discusión permanente en torno a la idea de cómo hacerse del poder. En esta diatriba los que menos entienden el juego del poder, de cómo se mueve la política, triste decirlo, es, penosamente, el pueblo. Como son los ricos los que tienen a las furcias mediáticas, es decir,, a los medios de comunicación bajan la información o la noticia a cómo mejor les venga y cuadre sus intereses políticos.

Esta información noticiosa viene adobada por guisantes de la más baja calaña: odios, rencores, traumas, fraudes, envidias, celos, recelos, amarguras y frustraciones, pero, ojo, todo converge en la idea de mantener el control del poder político ya que es solo a través de dicho poder que se pueden garantizar las prebendas y las mieses del poder así como la preservación de las riquezas.

No en vano el estado es el empleador número uno y es también el generador de riquezas por excelencia. Entonces, se trata de que al poder llegue alguien que sea garante de esas riquezas, que sea garante de generar más riquezas par ciertos sectores de la economía, como lo son los empresarios, y no quien con consignas populistas y pro pueblo ejecute una agenda que sea excluyente de esos intereses de clases potentadas y gobernantes del mundo económico a través de las actividades comerciales.

Hay que cuidarse, sin duda alguna, de quienes en Panamá vienen articulando el falso discurso de que la corrupción converge en un solo ciudadano y que ese ciudadano debe pagar todas las culpas y todos los pecados de la corrupción, la de antes, durante y después de él. Ahora resulta que la corrupción la inventó un solo hombre, que la ha desplegado ese solo ciudadano y es así como están quedando por fuera quienes han llevado a este país a una escenario de desigualdades diversas, concluyendo con el estribillo de que en Panamá, cada día que pasa, los pobres son más pobres y los ricos más ricos. Razón tienen William Hughes y Quintero cuando escribieron la obra intitulado "¿Quiénes son los dueños de Panamá?, obra que retrata de cuerpo entero cómo se encuentran articulados, cuales eslabones de una misma cadena, los intereses de la clase pudiente y oligarca de nuestro país, inclusive, desde inicios de la República y hasta antes de ella también. Cómo es que se hicieron de grandes fortunas viviendo del prebendalismo de Estado, adquiriendo grandes porciones de tierras a centavos, comprando bienes del Estado a centavos cuando sus costos eran millonarios; participando en cuanta licitación o concesión administrativa se hiciera en el estado y teniendo como regla del reparto odioso del que siempre hay que favorecer a los amiguitos del poder ahora llamados los del "círculo cero". Recientemente Hughes sostuvo que : "(…) Los fondos que entran por la actividad del Canal, la principal empresa pública del país, terminan llenando el hueco que dejan los millones de dólares en impuestos que "no estarían pagando" las grandes empresas".

Simple y sencillamente, las cosas deben decirse alto y claro: Martinelli no es la causa ni es la culpa de la corrupción, es la pueril excusa conque se ensaña la clase empresarial, la grande empresa, los oligarcas tradicionales y nuevos del país, en contubernio con el gobierno, en contra de un ciudadano a quien le han hecho un juicio penal por cuestiones propias de una transacción meramente comercial, esto es, privada.

Sin embargo, las furcias mediáticas no le dicen al pueblo, como cuestión que debe importarnos y preocuparnos, es que el saldo de la deuda pública al cierre del primer trimestre del año 2023, ascendió a $45,898.71 millones de dólares, lo cual viene a representar un incremento de $1,624.69 millones en relación al cierre de diciembre de 2022. El incremento ha sido de un 3.67 % en tan breve tiempo.

Esto consta así en el Informe Trimestral de la Situación, evolución y Riesgo de Financiamiento Público de la República de Panamá. La pregunta sería: ¿Quiénes son los que aquí se han llevado tanto dinero, y eso sin incluir a los organismos financieros y monetarios internacionales a los cuales debemos por poco la vida misma como panameños?. ¿Quiénes en la pandemia vieron agigantarse sus fortunas matrimoniados o en contubernio con el gobierno?, ¿Quiénes han sido los reales beneficiados en la compra de supuestos insumos médicos para hacerle frente a la pandemia?

Reitero: Martinelli no es la causa, es la excusa. No lo quieren , esos mismos sectores empresariales y oligarcas, ejerciendo nuevamente el poder político como Presidente. Inclusive, lo acusan de haberse metido con ellos en su primer mandato obligándolos a pagar impuestos. Todo lo que haya que hacerse para impedir que llegue a la presidencia, habrá que hacerlo. Esta es la lógica de ellos. No hay moral ni ética de por medio. Y, tristemente, hay quienes les creen a los que articulan el discurso de las furcias mediáticas en manos de los poderosos y ricos de este país y de afuera también. Dios bendiga a la Patria!

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