Luis XIV, un rey único
Hoy hace trescientos años que el rey Sol se extinguía, después de setenta y dos años y ciento diez días de reino en crecimiento económico, social y político. No se conoce en la historia de las grandes monarquías de Europa, de todos los tiempos, un rey y un reino de la envergadura de la del rey "Soleil".
En 1751, Voltaire, treinta y seis años posterior a la muerte del rey Luis el Grande, editó en Berlín "El siglo de Luis XIV". Su reino duró casi tres cuartos de siglo (14-5-1643 a 1-9-1715), gobernó Francia, Europa y el mundo entre los dos siglos de cambios importantes, el XVII y el XVIII.
Si bien la obra de Voltaire es menos histórica que filosófica, allí se encuentran consignados el fondo y la forma del reino de Luis el Grande. Su lectura es de carácter forzoso para entender cómo fue gobernar con majestuosidad un reino tan vasto como el de Francia en esa época.
Esta semana, para conmemorar el aniversario número trescientos de la muerte del extraordinario rey, el historiador Jean-Christian Petitfils nos ofrece otro ángulo, que aquel visionado por Voltaire, hace ya más de dos siglos y medio, aunque mantiene el mismo título, "El historiador de los reyes Luises de Francia", nos regala el Luis XIV de verdad, el personaje, su vida, sus paradigmas, sus horizontes, etc.
Luis el Grande fue hijo de Luis XIII y Ana de Austria (hija de Felipe III de España y Margaret de Austria). Supercatólico y muy familiar al estilo español, que no era el caso real de los franceses.
A la muerte de su padre, el rey Sol tenía cinco años, entonces su madre dirigió la Regencia hasta que ajustó los trece años. Desde ese día hasta los setenta y siete años, gobernó Francia y la Europa de la época con grandeza, elegancia y autoridad, después de revelarse contra su madre y construir su propio mundo, siempre vigilante de traidores e hipócritas que lo rodeaban.
Este enigmático rey acumuló muchas novias desde joven (se incluye a las sobrinas del cardenal Mazarin), finalmente tuvo dos matrimonios oficiales y muchas amantes ("queridas"), procreó seis hijos legítimos y unos dieciséis hijos naturales, de los cuales legitimó a ocho para asegurarse su poder entre las ramas laterales y colaterales de la Casa de Borbón y la descendencia de los Capetos. Ese fue uno de sus grandes éxitos, aunque se calcula que hizo el amor unas ciento cincuenta mil veces en toda su vida, un récord digno de alabar, por su dote de semental de primer orden en la historia universal, amén de todos los hijos que nunca conoció o que, por temor, nunca fueron delatados.
En sus "Memorias", Luis el Grande dijo: "Hay que desconfiar de las mujeres en política, ellas siempre tratan de arrebatarle el corazón al príncipe para después robarle el poder soberano-divino", muchos historiadores piensan que ese fue el éxito de ese robusto rey para mantenerse en el poder casi un siglo.
Un hombre rígido y fuerte, fue operado de una fístula anal "a rejo limpio" y no derramó ni una lágrima y mucho menos gimió un grito de dolor o pena alguna, salió sonreído de su intervención quirúrgica, lo que motivó una extraordinaria publicidad en toda Europa. De allí, Luis el Grande.
Hombre de una memoria extraordinaria, murió en la más estricta sanidad, dando órdenes y consejos hasta segundos antes de morir. Petitfils cuenta que, contrariamente a una frase que le imputan, tal que "El Estado soy yo", este dijo antes de morir: "Ya me voy, pero el Estado queda intacto para siempre" y entregó su alma al Creador.
El cardenal Mazarin, jefe de Ministros del rey Sol, dijo de este: "en el 1.84 metros de altura que tiene, se puede sacar cuatro reyes y un ciudadano".
Un gran deportista y bailarín, de esta manera conquistó a miles de mujeres en toda Europa. Fue el creador de las salas de "jeu de paume", una especie de juego parecido al tenis-continental, con el fin de hacer más viril a la nobleza francesa, que él encontraba demasiado afeminada y débil.
Cuando no estaba en la cama, estaba bailando o atendiendo la autoridad estatal del reino.
Este rey francés modernizó la primera monarquía administrativa para romper con el absolutismo después del Edicto de Nantes en 1598. Hoy día, el presidente Hollande aún se encuentra haciendo la síntesis del rey Sol inmortal, aunque parece estar perdido en las avenidas de París, construidas por este soberano.