Lo que se espera de los jueces
De la figura del juez, la sociedad espera que honre los atributos propios concernientes a la neutralidad, imparcialidad, objetividad, sin que, de ninguna, manera se incline a favorecer, tras sus criterios subjetivos, caprichos o por razones sociales o de amistad, hacia una de las partes, y marginando a la otra que no dispone de su aprecio o de su estima.

Un juez busca, indaga, en las razones propias del Derecho y de las pruebas, en los hechos y circunstancias, un grado de certeza para producir su sentencia. Foto: Órgano Judicial.
Técnicamente, la figura del juez, es definida como la persona (Si se trata de un juez unipersonal) o las personas (Si es un Tribunal Colegiado) que al conocer de la existencia de un conflicto jurídico, escuchando a las partes, una vez presentada la demanda o la acusación, evacuadas las pruebas, diligenciadas estas en pleno contradictorio y debate procesal, concluye con una decisión denominada sentencia, en la cual plasma o refleja cuál es la forma en que concluye el conflicto jurídico llevado al plano del proceso.
Distingue al juzgador ser respetuoso del debido proceso: proceso que respeta sus propios principios y que hacen a la idea preclara del auténtico juzgamiento.
La forma que puede adoptar la sentencia, en lo que toca al fondo o a la decisión, es concediendo o negando la pretensión de quien ha planteado la demanda o, si es en materia penal, la querella o la pretensión punitiva esbozada por la fiscalía.
De la figura del juez, la sociedad espera que honre los atributos propios concernientes a la neutralidad, imparcialidad, objetividad, sin que, de ninguna, manera se incline a favorecer, tras sus criterios subjetivos, caprichos o por razones sociales o de amistad, hacia una de las partes, y marginando a la otra que no dispone de su aprecio o de su estima.
El juez está adscrito a una jurisdicción territorial. Y cuando ejerce sus funciones, lo correcto es sostener que está ejerciendo competencia conforme a las atribuciones o facultades que la ley le determina y especifica.
Del juez se esperan muchas cosas, pero en lo primordial, debe constatar la excelencia académica y la más alta moralidad y ética en sus actuaciones o comportamientos. Del juez se espera que se incline hacia el sentido correcto de la justicia, que se encuentre siempre inspirado en los más altos y nobles principios generales del Derecho.
Del juez, la sociedad y las partes que concurren ante él, esperan transparencia, apartado de toda venalidad, de la malquerencia, la chicana y la corrupción. Debe acreditar el más recto comportamiento porque sobre sus hombros reposa el sentido de administrar justicia a la colectividad social de una nación.
Del juez se espera que sepa discernir entre las acciones y las conductas malsanas y propias de seres que tergiversan el derecho y tuercen el brazo de la justicia. Un juez correcto no permite que el discurso de la improvisación lo persuada o lo disuada.
No se malquista con los testigos ni con los peritos, ni contra los abogados, mucho menos con las partes que no hacen otra cosa que confiarle sus incertidumbres jurídicas frente a un caso concreto.
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El buen juez tiene bien claro que debe respetar a los abogados, así como estos también deben respetar al juez, pero un juez que no respeta a un profesional de la abogacía mal puede exigir que estos le retornen admiración, estima y respeto, pues los abogados entenderán que lejos de ser un auténtico juez, no pasará de ser más que una vulgar pantomima de lo que no es la figura del juez.
Un juez busca, indaga, en las razones propias del Derecho y de las pruebas, en los hechos y circunstancias, un grado de certeza para producir su sentencia. De allí que la palabra sentencia, en latín sententia, no significa otra cosa que el sentir o parecer por parte de quien juzga.
El buen juez debe comprender que ejerce, además de una misión terrena, un facultamiento divino, muy delicado, por cuanto la Palabra de Dios enseña que no debemos juzgar porque con la vara con que medimos seremos igualmente medidos y un tanto más.
¿Qué sucede, entonces, con los jueces que juzgan a tantas personas, que conocen de tantos procesos? Es delicado, muy delicado, porque serán muchas las varas que, al momento de ser juzgados ellos, reposarán sobre sus mentes, sobres sus espíritus y sobre sus cuerpos y muchas las cuartas que se añadirán.
De manera, entonces, que un juez debe tener claro que su norte es la justicia y la certeza del Derecho, y que, por otra parte, su grande enemiga es la parcialidad o perder el sentido de lo neutral y objetivo en la expedición de la sentencia. No en vano Giuseppe Chiovenda califica al juez como un tercero en el proceso, independiente y ajeno a la pretensión, pero que debe resolverla en el plano de la más estricta igualdad entre las partes que ante él acuden.
Un juez debe ser comedido, correcto, circunspecto, vertical, amante de lo bueno, detective insobornable de la verdad. ¡Dios bendiga a la Patria!
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