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La peligrosa arrogancia del neoliberalismo
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Juan Jované (opinion@epasa.com) / Economista.Entre las ideas que F.A.Hayek desarrolla en su libro “La fatal arrogancia” se destaca la concepción de acuerdo a la cual el actual sistema económico no es el producto de un diseño consciente, sino el resultado de una evolución afortunada, que habría llevado a la humanidad a encontrarse con un sistema óptimo.Es en este sentido que este autor, que junto a L.Von Mises y M.Friedman es uno de los principales íconos del neoliberalismo, sostiene que ninguna forma de política pública sería capaz de mejorar los resultados espontáneos del sistema de lo que hoy conocemos como el capitalismo salvaje.La práctica muestra, sin embargo, que esta supuesta doctrina no pasa de ser una forma fetichizada de presentar la realidad, cuyo objetivo es justificar una situación que dista mucho de ser óptima desde el punto de vista social.Es así que la creciente financiarización de la economía, proceso sostenido por la liberación de los mercados financieros, ha llevado a un proceso evolutivo plagado de irracionalidad, ineficiencia y corrupción.El reciente escándalo en torno a la conocida London Inter Bank Offer Rate (Libor), que constituye el elemento de anclaje de operaciones financieras que alcanzan un total anual de $800 billones (millones de millones), ha permitido conocer más allá de los círculos internos que la tasa es el producto de la opinión, muchas veces no sostenidas en transacciones efectivas, de 18 grandes bancos que poseen un alto poder monopólico, entre los que se encuentran J.P.Morgan, Citibank y el Bank of America.Más aún, la actividad del Barclay’s Bank ha llamado la atención que esta tasa ha sido efectivamente manipulada por el capital financiero dominante con el fin de elevar sus beneficios, así como, en caso de debilidad, de mostrar al público una situación financiera distorsionada.Lo que ocultan, entonces, la doctrina de Hayek así como sus recientes seguidores es que el capitalismo salvaje evoluciona necesariamente, por la ley de la concentración y centralización de los capitales, hacia condiciones monopólicas, caracterizadas por un creciente alejamiento de los resultados económicos concretos de las condiciones del óptimo social.En estas condiciones, las políticas públicas y la regulación resultan indispensables.Teniendo esto en cuenta, resulta claro que la otra idea de Hayek, según la cual, cualquier pensamiento o posición ética que apunte hacia la idea de justicia social y la solidaridad debe ser calificado de hecho atávico y carente de importancia, no solo resulta científicamente errada, sino que no es más que una parte del arsenal de fors ideológicas con que cuentan los sectores dominantes para distorsionar en su favor la forma en que se percibe la realidad que nos rodea.Es así que frente a los intentos del actual gobierno de borrar los elementos históricos de nuestra nacionalidad, eliminando la materia de relaciones de Panamá y los Estados Unidos y haciendo un puente con la fecha del nueve de enero, debemos insistir en una educación democrática, nacionalista, que apunte hacia un desarrollo con justicia social y sostenibilidad ambiental.Economista.