La democracia universitaria: el republicanismo del saber
... todos somos igualmente valiosos para aportar, discutir, argumentar como académicos y que todos podemos guiar los destinos de nuestras propias casas universitarias delegando poder, pero pudiendo fiscalizarlo.
Habrá que emprender la reingeniería de la estructura salarial y de funciones de las universidades públicas. Foto: EFE.
Los universitarios panameños debemos saber que somos parte de una élite socio profesional en un mar de pobreza. Un profesor universitario regular puede ganar usualmente unos $3,500 al mes; y un rector unos $10 mil al mes.
Y esto hace que, en algunos casos, una centena de funcionarios gane lo equivalente casi el 55% o más del resto de la planilla universitaria (quien quiera detalles revise acuciosamente las páginas de transparencia de las universidades en la web, con listado de sueldos, gastos de representación y sobresueldo de todo el personal de las universidades).
Habrá que emprender la reingeniería de la estructura salarial y de funciones de las universidades públicas para verificar la productividad académica de docentes e investigadores, y el rendimiento de los cuerpos directivos (gerencia por resultados).
No parece sensato que un rector que gerencia una universidad de 5 o 10 mil estudiantes gane lo mismo que uno que gerencia 70 mil. No puede ser que un país de 4.5 millones de habitantes cree centros por doquier, como hongos después de la lluvia… Pero, bueno, eso es harina de otro costal.
Por todo lo anterior, es ejemplar y modélico lo que se haga en la Udelas, pues al fin y al cabo es una universidad que depende del erario, esto es, de los recursos que todos aportamos al fisco. Y por eso todos debemos cuidar que esos recursos se usen –en Udelas, la UTP, Unachi, Universidad de Panamá, la UMMIP- con máxima eficiencia, eficacia y transparencia.
La realidad se construye socialmente. Las ideas son su cemento. Para eso sirven las utopías, pero hay que construir conociendo las distopías y sus aberraciones teratogénicas que también nos ha legado el pasado turbulento.
Yo soy docente y, como tal, sé que el futuro será mejor que el presente (perdone usted, mi querido Don Jorge Manrique). Yo soy un demócrata de estirpe republicana (por eso me causan escozor ,reyes, tiranos y caudillos, no importa si son ilustrados).
Creo en la democracia como la menos mala de las formas de gobierno. Pero para que la democracia funcione –y ello se aplica a la democracia del saber en las universidades- debe ser real, debe fundarse en el presupuesto ético y el respeto real de que todos somos iguales en dignidad y derechos.
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Lo dicho en la academia se traduce, en que todos somos igualmente valiosos para aportar, discutir, argumentar como académicos y que todos podemos guiar los destinos de nuestras propias casas universitarias delegando poder, pero pudiendo fiscalizarlo. Por eso, algunos estatutos contemplan mecanismos para la destitución del rector, lo cual está ausente en el proyecto ideado para la Udelas.
Abjuro de toda democracia controlada, pues ello no es democracia, sino una caricatura grotesca que pervierte el germen de esta noble utopía que desde 1776, con "The unanimous declaration of the thirteen United States of America, en Filadelfia, el glorioso 4 de julio de 1776, y con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, ha guiado lo mejor del pensamiento democrático del mundo en todos los 'ámbitos, incluido el ámbito de las universidades'. Por eso reivindico, como irrenunciable, el ideario del Manifiesto Liminar de Córdoba de 1918. dirijido a todos los hombres y mujeres libres de nuestra América.
Aprendamos: las crisis generaron los grandes cambios, la caída de las dominaciones coloniales y regias, los permanentes y sobre cuya perfectibilidad aún navegamos. En la Udelas, y tras un proceso de divulgación y consultas, una comisión redactora consolidará las nuevas propuestas que se hayan presentado, hasta el 28 de agosto en curso, en sesiones que han sido grabadas y puestas en la página web de Udelas y que merecen ser estudiadas con fines didácticos (véase: http://www.udelas.ac.pa/site/assets/files/5365/proyecto_de_reforma_al_estatuto_organico_de_udelas.pdf ).
Dicho documento, borrador final, se elevará al examen, escrutinio sereno, a debate amplio y democrático y a la eventual y aprobación del flamante Consejo Superior Universitario (CSU), antes de fin de año.
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Confiamos que por ser flamante, sus deliberaciones sean transparentes, innovadoras, serenas, y no burocráticamente tramitológica –como quisieran los demócratas de boquilla- y se convierte en levantar la mano mecánicamente para aprobar si discusión y examen.
Ojalá ese acto pudiera trasmitirse ahora que los medios digitales, puestos en boga por la pandemia, lo hacen perfectamente posible. Y a voto público de los miembros del CSU, como debe ser el voto razonado de los republicanos de conciencia aquí y en todos lados.
Ese debería ser un ejemplo para todos, las deliberaciones de consejos, como se hace con la Asamblea de Diputados.
Estoy seguro que las consultas son reales y lo que de ella se derive se hará del dominio público. Así lo ha exigido el señor rector de Udelas. No es tiempo de máscaras ni de gatopardismo. Se ha de blindar un proceso que asegure la más amplia discusión de nuestra Carta Magna en el seno del CSU.
De cumplirse, el resto de las universidades públicas, sus comunidades y estamentos, podrían sopesar que de esta reforma en Udelas, hay lecciones legítimas que aprender, y que la democracia universitaria, como todo lo humano, es perfectible.
Docente y gestor universitario.