Ideas conflictivas I
La reflexión de la situación propia brinda conclusiones que la experimentación de sensaciones es incapaz de comprender.

Ideas conflictivas I
¿La caída de un árbol, escondida en la inmensidad de una densa selva y sin una consciencia que le dé atención, causa alguna clase de ruido, genera alguna clase de resonancia?, ¿es acaso la noción de la situación el catalizador de la realidad?, ¿somos los testigos de nuestra propia existencia los culpables de que esta misma suceda?
La respuesta a la primera pregunta es, de manera clara y concisa, un sí, ¿verdad? Tal vez la respuesta no sea tan sencilla, tal vez la explicación se pueda hallar en la filosofía, tal vez el árbol no haga ruido al caer en el desconocimiento.
La noción de un suceso ocurrido, la reflexión a un acontecimiento, lleva al mismo a la vida, de eso no hay duda, pero, ¿por qué? Porque un evento nacido en la nulidad del olvido tiene el destino sellado, está destinado a la desaparición. Entonces, solo puede sobrevivir si una consciencia superior registra, experimenta o documenta su origen y final. Es lógica, si un evento no es captado por ningún receptor, si un mensaje es enviado, pero no existe nadie que lo descifre, que lo reciba, entonces ese mensaje está condenado a la desaparición más absoluta. Si un árbol cae en medio de un bosque y no hay nadie que lo escuche, entonces, podemos concluir que no causó ningún ruido.
Los sentidos fallan, tus sensaciones te mienten, eso ya lo había demostrado Descartes. El empirismo se deshace frente a todos los acontecimientos superiores al ser, la única manera de sobrellevar el arduo trabajo de entender nuestra existencia es, como lo han demostrado los milenios, es con una constante introspección.
La reflexión de la situación propia brinda conclusiones que la experimentación de sensaciones es incapaz de comprender. Es ahí donde el empirismo se queda corto, ese es el punto en el que cojea.
Porque el empirismo, agazapado en la cotidianidad de los sentidos, concluiría que el árbol que cae en la oscuridad de un denso bosque, por muy real y palpable que sea el tronco y por muy ruidosa que sea la caída, este no hará ruido y solo se podrá reflexionar acerca de su descenso reflexionando sobre los restos.
Pero esta situación, la existencia o no de un árbol que cae en lo profundo de una selva, puede llevarnos a otras dimensiones. Podemos extrapolar esta reflexión, elevarla a ideas más profundas. ¿Qué pasaría si lo relacionamos con la experiencia humana?, ¿qué diríamos si, en vez de un árbol, fuera un individuo, como el que escribe este texto o como el que lo lee?, ¿acaso alguien que vive y muere en la irrelevancia existe en realidad?
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