Desigualdad social y económica
Las mejores relaciones entre pueblos y naciones dependen básicamente de este cambio en las víctimas. No estamos descubriendo o exagerando, como argumenta Sarmiento, eduquemos al soberano y en gran medida desaparecerán estas desigualdades.
Desigualdad social y económica
Esta realidad en la sociedad, a nivel mundial, no se puede desconocer ni desmentir, lo que encontramos es mucha desinformación o expresiones interesadas. Abundan las teorías y los llamados expertos para justificar y cubrir a los políticos tradicionales.
Las instalaciones médicas y sanitarias son inexistentes, sobre todo en zonas rurales, con precios prohibitivos para los pobres y las clases medias en ciudades. La misma problemática para las necesidades en la educación, peor en el ámbito amplio de la cultura. En el tema de la vivienda no hay posibilidades, algunas sumamente limitadas. El transporte público con dificultades enormes también ausente para esta población.
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Este cuadro abunda en América Latina, África, Medio Oriente, Asia y el Oriente, en mayor o menor grado comparativamente. El desempleo en sus distintas categorías. Incluso el analfabetismo no escapa, en algunos países en distintas proporciones.
No es necesario entrar en mayores detalles, algunas instituciones, de muchas categorías lo avalan o trabajan sobre todos los temas mencionados.
Aun más grave es el injerencismo, con distintas categorías de agresividad, todavía está presente por distintas razones políticas, responsables en gran medida de esta realidad.
Hasta ahora, el panorama es sombrío, años luz para vaticinar.
Las mejores relaciones entre pueblos y naciones dependen básicamente de este cambio en las víctimas. No estamos descubriendo o exagerando, como argumenta Sarmiento, eduquemos al soberano y en gran medida desaparecerán estas desigualdades.
A niveles de continentes, las cifras y condiciones reales varían, pero no dejan de tener resultados semejantes.
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En el mensaje bíblico, Jesús entra con latigazos a los mercaderes, en el espíritu del Señor. Esta realidad no ha cambiado, la explotación al hombre subsiste, sin misericordia. Sobre todo, con la ignorancia mayor. Los recursos en términos absolutos requieren de una distribución más justa y adecuada a todos los niveles de la economía.
Todavía la llamada bolsa negra no ha sido suprimida, como la delincuencia y el uso de la droga indiscriminada, al igual que la corrupción, en estos tiempos galopantes. Ganemos en buscar las soluciones en todo el planeta; como dice el sabio refrán, para luego es tarde.
La igualdad bien entendida y aplicada debe convertirse en norma para lo material y lo divino, las categorías no se regalan, hay que ganárselas, es la única manera de avanzar correctamente. No se trata de proverbio, es una conducta universal que debe llegar en los seres humanos. Dios no proveerá, solo indica el camino. Basta de filosofía.