Cambios económicos post virus
...un frenazo increíble en la economía panameña como nunca visto aquí, quizás solo en el Siglo XVIII con la clausura de las Ferias de Portobelo y la eliminación de la Real Audiencia de Panamá que nos postró en la más abyecta pobreza por muchísimos años.

La ola creciente de medidas restrictivas, ha afectado el empleo formal; el desacoplamiento de actividades comerciales, el colapso de servicios logísticos y turísticos, entre otros. Foto: EFE.
El encerramiento total de la población panameña con el toque de queda de 24 horas decretado por nuestro gobierno desde el 25 de marzo (Decreto Ejecutivo No. 507 de 24 marzo 2020) ha frenado en seco nuestra economía nacional.
Esto provocará una disminución estrepitosa en nuestro producto interno bruto (PIB) que el Banco Mundial calcula en 4.6% al finalizar el año, entre otras razones por el colapso de sectores productivos con gran peso en indicadores económicos y sociales.
Esta medida drástica de encerramiento diario, absoluto e indeterminado ha carcomido nuestro tejido empresarial, propiciando una mortandad de empresas, en especial microempresas, mucho mayor que las lamentables defunciones humanas sufridas hasta la fecha.
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Según el Centro Nacional de Competitividad, empresas encuestadas señalan una disminución en ventas entre 20% y 80% dependiendo en tamaño y actividad, que empeorará si se alarga el encerramiento.
Pero además, los múltiples decretos y resoluciones gubernamentales expedidos desde la declaración de la “Alerta Verde de Salud” el 22 enero 2020, en una ola creciente de medidas restrictivas, han afectado, a corto plazo, el empleo formal (más de 175 mil contratos suspendidos al 10 mayo); la deuda pública, con un aumento inaudito en pocos meses – su monto depende de quién y como lo calcula, pero la relación Deuda Pública/PIB ya es más de 40%, en adición se autorizó el uso del sacrosanto Fondo de Ahorro de Panamá (FAP); el déficit presupuestario, con un incremento inconcebible provocado por caída de ingresos fiscales; el desacoplamiento de actividades comerciales por las interrupciones en cadenas de suministro agropecuario, industrial, comercial, y de la construcción; colapso de servicios logísticos y turísticos incluyendo hoteles, locales de ocio, restaurantes, etc., y nuestro importante hub aéreo en Tocumen; la actividad inmobiliaria, sin ventas ni alquileres y un largo etcétera que incluye nuestro enorme sector informal.
La lista es larga por eso hablo de un frenazo increíble en la economía panameña como nunca visto aquí, quizás solo en el Siglo XVIII con la clausura de las Ferias de Portobelo y la eliminación de la Real Audiencia de Panamá que nos postró en la más abyecta pobreza por muchísimos años.
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Panamá tendrá que enfrentarse también, a más largo plazo, a cambios socioeconómicos y geopolíticos mundiales inclaudicables, p.ej., la posible depreciación e importancia global del dólar, dado el colosal endeudamiento inflacionario estadounidense y los nuevos canales de pagos internacionales; el desvío de capitales a países desarrollados; cambio de hábitos de consumo; caída de precios de materias primas; crecimiento de la brecha entre ricos y pobres; disminución del liderazgo estadounidense, con la creación de nuevos organismos supranacionales y la consolidación de China como superpotencia; creciente digitalización de la economía mundial; más gobiernos populistas e intervencionistas; y, sobre todo, economías muy endeudadas, creando una peligrosa “burbuja de deuda” lista para explotar.
¿Qué nos espera y quiénes serán los ganadores y perdedores?
A corto plazo, una momentánea fiesta de celebración y entusiasmo, incrementando el sector informal y de teletrabajo.
A más largo plazo una subida de impuestos; caída de precios de bienes inmuebles; aumento de deuda pública; oleada de quiebras; sistema hospitalario en crisis por una larga lista de espera de pacientes crónicos; lenta recuperación del turismo; y más corrupción gubernamental entre otros.
Para adaptarnos nos toca ser más creativos, valientes, visionarios y pragmáticos.
Economista.