Adorar las llagas de Cristo
Además era un espectáculo público que servía de escarmiento a la población para no imitar cometiendo los delitos por los que se ajusticiaba a los criminales en la cruz.
Adorar las llagas de Cristo
Al ver la imagen de la Sábana Santa de Turín, que tiene según los expertos muchas posibilidades de haber cubierto el cuerpo muerto de Jesús, uno observa claramente detalles terribles de las llagas de Cristo. Y al estudiar la forma de torturar y matar los romanos, clavando y colgando en cruces a los reos peligrosos y causantes de grandes crímenes según el derecho romano, uno se da cuenta de lo doloroso, dramático, cruel e inhumano que era ese flagelo. Además era un espectáculo público que servía de escarmiento a la población para no imitar cometiendo los delitos por los que se ajusticiaba a los criminales en la cruz.
Previa tortura al estar detenidos en cuarteles de soldados romanos, los reos eran conducidos públicamente hasta el lugar del suplicio, algunas veces insultados y golpeados por la muchedumbre. En el caso de Jesús fue patético. Latigazos, golpes, empujones, el ponerle una corona de espinas en la cabeza, llevado entre un grupo de soldados armados, y luego acostado en el suelo encima de la cruz, extendidos los brazos en el palo horizontal del madero, traspasarle con violencia en ambas manos clavos grandes y puntiagudos. Levantarlo y clavarle los pies y poner la cruz en un hoyo preparado para tal fin. Espectáculo horrendo, dolores desgarradores, el reo tenía que levantarse sobre sus pies para respirar y luego caer sostenido por las manos clavadas. Y así hasta morir.
Pues quedaron en su cuerpo resucitado al aparecerse a los apóstoles las cicatrices de sus heridas como prueba de que el resucitado era el mismo que había sido crucificado, y que su amor llegó al extremo de que entregó la vida por nosotros y con tanta tortura. Así como uno recuerda los sacrificios que hicieron nuestros padres por nosotros, al igual que otras personas que nos han amado, y esos hechos quedan grabados en el alma y uno eleva agradecido oraciones por ellos, recordamos las llagas de Cristo.
Esas llagas en el cuero cabelludo, traspasado por las espinas y por las que manaron tanta sangre las adoramos y pedimos que nuestra mente y conciencia tenga siempre presente el misterio de la Santísima Trinidad que envuelve y abraza nuestra vida. Al adorar las llagas de sus manos le pedimos que nosotros hagamos siempre su voluntad, realizamos el bien, nunca agredamos a nadie, y que nuestras manos siempre estén abiertas para dar más y más amor. Al contemplar y adorar la llaga de su costado le pedimos a Cristo nos dé un corazón limpio, generoso, amoroso, misericordioso como el suyo. Al adorar las llagas de los pies le pedimos al Señor nos conduzca por el camino del bien. Adoremos a Cristo con sus llagas.