Rusos amañan elecciones en Madagascar
- Michael Schwirtz y Gaelle Borgia
Pagaron a jóvenes para asistir a mítines, y a periodistas para cubrirlos. Llegaron con guardaespaldas armados a las oficinas de campaña para sobornar a los contrincantes para que abandonaran la carrera a fin de despejar el camino de su candidato.
ANTANANARIVO, Madagascar — Los rusos eran difíciles de ignorar. Aparecieron de repente el año pasado en la capital malgache, portando efectivo y artículos promocionales de campaña adornados con el nombre del presidente de Madagascar.
Fue uno de los intentos de interferencia electoral más manifiestos de Rusia hasta la fecha. Trabajando desde su sede en un hotel en un centro turístico, los rusos publicaron su propio periódico en el idioma local y contrataron a estudiantes para escribir artículos sobre el presidente para ayudarle a ganar otro mandato. Eludiendo las leyes electorales, compraron tiempo aire en canales de televisión y tapizaron al país con anuncios panorámicos.
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Pagaron a jóvenes para asistir a mítines, y a periodistas para cubrirlos. Llegaron con guardaespaldas armados a las oficinas de campaña para sobornar a los contrincantes para que abandonaran la carrera a fin de despejar el camino de su candidato. En la comisión electoral de Madagascar, los funcionarios se alarmaron.
De todos los lugares para que Rusia trate de influir en una elección presidencial, Madagascar es quizá uno de los menos esperados. La nación isleña frente a la costa del sureste de África tiene poco valor estratégico obvio para el Kremlin o para el equilibrio de poder global.
Pero dos años después de la agresiva interferencia de los rusos en Estados Unidos, estaban resueltos a expandir su influencia y aplicar su estilo especial de intromisión electoral a un campo de batalla político lejano.
La operación fue aprobada por el presidente Vladimir V. Putin y coordinada por algunas de las mismas figuras que supervisaron la desinformación en torno a la elección presidencial estadounidense del 2016, de acuerdo con docenas de entrevistas con funcionarios en Madagascar, agentes locales contratados para participar en la campaña rusa y documentos internos producidos por los agentes rusos.
La intromisión en Madagascar empezó sólo unas semanas luego de que Putin se reunió con el presidente del país, Hery Rajaonarimampianina, en Moscú el año pasado. La reunión, que nunca ha sido reportada, también incluyó a Yevgeny Prigozhin, confidente cercano de Putin acusado en EE. UU. de ayudar a orquestar el esfuerzo de Rusia por manipular la elección estadounidense del 2016, de acuerdo con Rajaonarimampianina y otro ministro gubernamental presente en el viaje a Moscú.
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Pero aunque los esfuerzos de Rusia en EE. UU. encajaban con la campaña de Moscú de poner de cabeza la democracia occidental, el proyecto en Madagascar a menudo parecía tener un objetivo mucho más sencillo: el lucro.
Antes de la elección, una empresa rusa que funcionarios locales y diplomáticos extranjeros afirman es controlada por Prigozhin adquirió una participación importante en una compañía paraestatal que extrae el mineral cromo. La adquisición desató protestas de trabajadores que se quejaron de salarios no pagados, prestaciones canceladas e intrusión extranjera.
“Prigozhin tuvo un éxito tremendo en el 2016, y ahora es el tipo al que todo mundo está observando”, dijo Paul Stronski, miembro titular del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. “Tiene alguna gente en el terreno, personas que venden cosas en diferentes países en África. Éstos son países con líderes de estilo autoritario que necesitan un poco de ayuda adicional para ganar. Y a cambio, tiene acceso a algunas de las recompensas”.
Pero las incursiones de Rusia en el extranjero han distado mucho de ser perfectas. Pese a todos sus esfuerzos, la operación en Madagascar no dio en el blanco al principio, plagada por incompetencia y corrupción asombrosas.
Los materiales de la campaña estaban repletos de errores gramaticales. En bolígrafos destinados a ser regalos electorales, venía mal escrito el nombre de Rajaonarimampianina.
Al volverse claro que Rajaonarimampianina tenía pocas esperanzas de ganar, incluso con su ayuda, los agentes rusos dieron un giro vertiginoso, abandonando al presidente en turno y transfiriendo su apoyo al ganador final, Andry Rajoelina.
Después de que los rusos dieron el giro para ayudar a Rajoelina a ganar la elección, la firma de Prigozhin pudo negociar con el nuevo Gobierno para mantener el control de la operación de minería de cromo, pese a las protestas de los trabajadores.
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Antes de cambiar de lado, los rusos hicieron que personas contratadas localmente escribieran artículos denigrando a Rajoelina, señaló una persona que trabajó para ellos.
Rajoelina se negó a emitir comentarios, pero un funcionario de su campaña dijo que su equipo estaba consciente de los pagos rusos a otros candidatos.
A final de cuentas, los rusos conservaron su operación minera. Ahora tienen un personal de 30 empleados en el país y el contrato les da una participación del 70 por ciento en la empresa, dijo Nirina Rakotomanantsoa, director administrativo de la compañía que posee la participación restante.
“El contrato ya se firmó”, aseguró. “Agradezco que los rusos estén aquí”.
Gaelle Ramamonjisoa y Prisca Rananjarison contribuyeron con reportes.
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