la madera ilegal se vende en el amplio mercado oriental
Bacrim, detrás del tráfico de cocobolo y la minería ilegal
- José Alberto Chacón ([email protected])
Grupos delincuenciales de Panamá y Colombia dominan hectáreas de terrenos darienitas con el fin de talar el cocobolo y venderlo a miles de dólares. Las autoridades panameñas también han detectado que la minería ilegal está siendo utilizada para lavar activos; hay tres ríos en peligro.
La minería ilegal y el contrabando de madera del árbol cocobolo está causando serias lesiones al medio ambiente y muchos problemas de inseguridad en la provincia de Darién, reconocieron las autoridades panameñas.
Frank Ábrego, director general del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), señaló que han detectado que las bandas criminales colombianas o bacrim, los narcotraficantes y personas dedicadas a cualquier actividad ilícita están comercializando madera de cocobolo de ambos países de forma ilegal.
Nuestra frontera está siendo devastada por estos grupos narcoterroristas que obtienen ganancias por la venta clandestina de las tucas de cocobolo, una especie que sabemos que forma parte del patrimonio natural del país, declaró el militar.
Así mismo se nos informó que los pocos reductos de las Farc, que aún sobreviven en el área fronteriza de los dos países, han tomado como ejemplo la actividad en la que también participan pobladores de comunidades darienitas y colombianas.
De hecho, fue el propio Ábrego quien confirmó que muchos moradores de aquellos pueblos remotos son utilizados por las bacrim y hasta por las Farc para cargar por trochas que únicamente ellos conocen no solo droga, sino todo tipo de mercancía no declarada, entre ellas las tucas de este árbol en peligro.
No descartamos que sean los propios vecinos quienes estén ayudando a los criminales para proveerlos de comida y también para mostrarles los caminos donde no hay presencia nuestra, dijo.
En los últimos años, el contrabando de estas tucas se ha vuelto un buen negocio para quienes lo practican, cuenta Ábrego, quien también comentó que los 12 contenedores de cocobolo que se retuvieron el año pasado tenían un valor de 9 millones de dólares.'
lnterés
- Cinco años atrás, la madera de cocobolo no tenía gran interés comercial. Su dureza le restaba valor y los compradores optaban por especies más suaves, como el espavé o el cedro.
Custodia
- El Senafront, por convenio con la Anam, se encarga de custodiar la madera ilegal hasta que terminen los procesos legales que se levantan tras los decomisos.
Comercialización
- Según la Autoridad Nacional del Ambiente, el cocobolo es una especie en extinción, pero la norma permite su venta controlada.
Las cifras
- 35,000 dólares cuesta la tonelada de cocobolo en el mercado negro. La mayoría del cocobolo de este tipo va a China.
- 4,000 dólares es el valor que obtienen los traficantes de este recurso natural si lo comercializan a nivel interno.
La fiebre del cocobolo es tal que incluso un vagón lleno de esta especie desapareció en mayo del 2013 del puerto Manzanillo en Colón, tras ser decomisado por la Anam. Luego del incidente, la Anam y la Autoridad Nacional de Aduanas se acusaron por la pérdida, pero al final se especuló que la carga fue llevada a oriente, el destino de la mayor cantidad de cocobolo que se extrae de la selva darienita.
Aunque no se conoce con exactitud el valor o la cantidad de estas tucas que se han confiscado en los últimos 5 años, se nos informó que cuando el Senafront retiene este tipo de mercancía, les debe dar custodia hasta que el Ministerio Público resuelva los procesos legales.
Una vez resueltos los litigios, la Anam, por ley, tiene el derecho de subastarlas aunque la madera sea producto de tala ilegal.
De la droga al oro
Otra actividad peligrosa que está poniendo en riesgo el ecosistema darienita es la minería o la extracción ilegal de metales preciosos de los ríos.
Y son también las bandas criminales las que están llevando a cabo dicha actividad.
En este sentido, el Senafront ha detectado que el dinero que se genera por la venta de cocaína se está invirtiendo en la compra de insumos para poder realizar la minería en los lechos de los ríos de la apartada región.
Pero los narcos no son quienes buscan el oro, sino los pobladores que son auspiciados por las bacrim. Los narcotraficantes, asesoran y financian esta actividad en Panamá como una forma de lavar o limpiar los activos que ellos obtienen del trasiego de droga, tratando de convertirlo en oro.
Por último se pudo conocer que el río Sábalo, en Tucutí; el río Tupiza, en Pinogantí, y el río Caracol en Yaviza, todos en la provincia de Darién, son los principales cauces que están siendo utilizados para cometer estos ilícitos.
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