Presidente. Mirambel llegó a revolucionar el fútbol panameño
‘Manolo’: entre un café y una locura llamada Sporting
- Víctor Bárcenas ([email protected])
El expresidente del Sporting San Miguelito pasó una mañana entera conversando con 10 Deportivo de fútbol, sus buenos y malos momentos en Panamá, su obsesión por distrito especial y los colores que desde ese momento pintaron su corazón.
La figura de Manuel Mirambel marcó un antes y un después el fútbol panameño. Desde que este español pisó esta tierra, su selló quedó impreso en ella. La gente de San Miguelito...
La frase
- Mi meta fue hacer vivir a San Miguelito un campeonato, lo logré y nadie me va a quitar esta imagen del Rommel, con 3,000 fanáticos gozando, llorando, y las ganas que tenían de levantar esta Copa. Manuel Mirambel.
@victorbarc
La figura de Manuel Mirambel marcó un antes y un después el fútbol panameño. Desde que este español pisó esta tierra, su selló quedó impreso en ella.
La gente de San Miguelito vivió junto a este personaje momentos inolvidable; revolvió a la Liga Panameña de Fútbol (LPF), levantó los salarios de los jugadores de nuestra primera división, ofreció mejores condiciones de vida a sus jugadores, todo el mundo quería jugar para Sporting, llevó la corona del fútbol nacional por primera vez al “distrito”, dio trabajo a muchas personas, todo esto y un sinnúmero cosas más a través de su amado Sporting.
Para el año 2009, “Manolo” Mirambel inició una aventura en el fútbol panameño, sin saber que este camino le costaría una parte de su corazón. Desde entonces, los colores “rojinegros” se metieron en sus venas, la gente de San Miguelito se convirtió en su gente y el Cristo Redentor de Paraíso en su más fiel guardaespaldas.
Manuel Enrique Mirambel se sentó a tomar un café con 10 Deportivo y nos aprovechamos de la debilidad que siente por este barrio para escudriñar en sus más sinceros recuerdos de esta etapa de su vida, que terminó en diciembre de 2013, cuando decidió echarse a un lado para mirar los toros desde la barrera.
¿Qué tienen Panamá y su fútbol que enamoraron a Manuel Mirambel?
“Panamá, yo me enamoré solo llegar; después me cautivó y me enseñó muchas cosas, la gente de Panamá, y en especial, la gente de San Miguelito... Un distrito especial que mi familia y yo le hemos cogido un cariño que no vamos a olvidar nunca, y estamos siempre pendientes de lo que pasa en San Miguelito.
El fútbol fue un atrevimiento, una locura, una osadía: yo venía del fútbol de España y no podía estar sin fútbol, no sabía, en aquellos momentos, en lo que me metía porque era comprar o coger un club sin saber realmente como era el fútbol de aquí. Tuve que aprender rápido y corriendo la manera de ser y de actuar del fútbol de aquí, porque cada país tiene su manera de ver, y el tema es que al no estar profesionalizado aquí, todo es más complicado que cuando es superprofesional, caso España, porque allá las metas y las etapas las tienes marcadas, aquí todo era sobre la marcha”.
¿Cómo podemos describir al panameño?
“Yo qué puedo decir del panameño, solo tengo cosas bonitas de este país... Amable, buena gente, con ganas de superarse; estés como estés económicamente, siempre hay una sonrisa en sus labios, entre más humilde es el panameño, más buena gente es. Dentro de todos sus problemas, pero yo de la gente panameña solo tengo buenas palabras. Aquí he vivido cosas que sino hubiese estado aquí, no las hubiese sentido nunca, mis hijos y yo, entonces, inclusive me gusta y lo entiendo, hasta el juega vivo de las personas, porque es su manera de vivir y no tienen otra, y a lo mejor no han tenido la capacidad ni la suerte de poder actuar de otra manera”.
¿Lo ve entonces como un impulso de supervivencia?
“Es supervivencia. Cuando tienes que llevar comida a la mesa y no trabajas, yo hablo mucho por mi gente de San Miguelito, cuando los niños van a la escuela y no tienen para los libros, ahora veo que hay muchas becas, entonces, hasta eso lo veo correcto. Panamá, de hecho, yo soy panameño, con cédula panameña y pasaporte; este es mi país y Panamá City mi ciudad y siempre les voy a estar agradecido por el trato que he recibido y cómo me recibieron en mi momento”.
¿Cómo podemos describir al futbolista panameño?
“El futbolista panameño es... ayer estuve hablando con un jugador de fútbol, porque a mí me escriben cada día los jugadores que he tenido y otros que no tuve, pero siempre me escriben por Whatsapp, y en estos días tuve una gran alegría porque hacía seis u ocho meses que no sabía de Rolando Escobar y me decía: “'Presi' ¿cómo está?, coño, ¿cómo está su familia?, ¿cómo está el Arnau -mi hijo-?”, yo le decía: “Coño, Roli, si no hubieses nacido en Panamá, yo te vería en grandes ligas”, y el respondió: “Coño, ‘presi’, ¿usted cree?”, yo decía: “Claro que sí”; y eso es lo que le pasa al jugador panameño, muchos, que al estar aquí la tienen mucho más difícil, porque no es un país que suene en el mundo del fútbol, entonces, nuestros jugadores que salen de los barrios, que cogen para llegar al estadio cuatro buses para entrenar, se paran a las 6:00 a.m., si ellos llevaran la vida normal de un chaval en Europa, coño, llegarían por montones, pero no están allí, están acá. Entonces, los panameños tienen una gran capacidad, una fortaleza física fuera de lo normal, el jugador de aquí está corriendo los 90 minutos, no para de correr, esto es una locura, a lo mejor hay que apretar un poquito al nivel táctico, pero las condiciones del jugador de aquí son bestiales”.
¿Con qué se queda Manuel Mirambel de estos años en Panamá?
“A nivel futbolístico, mi meta fue hacer vivir a San Miguelito un campeonato y llevar su nombre por toda la Concachampions, lo logré y nadie me va a quitar esta imagen del Rommel, con 3,000 fanáticos gozando, llorando, y las ganas que tenían de levantar esta Copa”.
¿Y Manuel Mirambel corriendo eufórico de un lado al otro?
“Yo después me he dado cuenta de todo lo que he hecho, porque me lo decía la gente: ‘Oye, has hecho esto, has hecho esto otro’, y yo no me lo podía creer, por video vi todo eso y las cosas que me explicaban he ido reaccionando, he ido sabiendo; he visto el partido mil veces, entonces, reaccioné de todo lo que hice, me lo han explicado y después lo he visto”.
En el momento no tenía conciencia, entonces...
“No, no. Yo estaba loco, perdido. Era un éxtasis, un frenesí y una cosa que tenía concentrada hace siete torneos, cuando el Sporting nunca había sido nada”.
Primero Sporting se apoderó de San Miguelito, seguido acaparó los medios de comunicación y luego llegó el título, ¿fue parte todo de un proceso?
“Claro, claro, y un proceso que tenía que ser así. Yo lo quería antes porque pensaba que era más fácil, pero analizándolo todo, estos últimos cinco o seis años fue una locura esto del Sporting, todo el distrito estaba orgulloso de su equipo, de la camiseta, de los colores, de ser del Sporting. Yo caminaba por San Miguelito y me invitaban a sus casas a tomar sopa y todo esto, era una locura, eso es lo que tratábamos de hacer y lo conseguimos; después cerramos con broche de oro con los niños que subimos desde abajo: Ricardo Clarke, Julio Andrade (q.e.p.d.), Darwin Pinzón, José Pinzón, Luis Ovalle con todos estos niños ganamos un campeonato, pero mira a qué nivel están ahora estos chicos, y les dimos un protagonismo a los jugadores, todo el mundo hablaba de ellos, aquí no se hacía eso; trabajamos bien, yo sufrí mucho porque estábamos las 24 horas viendo como podíamos lograr más, pero estoy contento con el trabajo que se hizo y de la expectación que se tuvo con el Sporting. En los medios de comunicación, perdíamos y ya tenía a todos encima: “Coño, por qué habéis perdido”, “porque somos Sporting”, contestaba, como no vamos a perder y siempre habíamos perdido y de un día a otro teníamos la obligación de ganar el campeonato; si llegábamos, caíamos en la semifinal, todo el mundo nos caía encima, pero era una derrota solamente, pero según todos teníamos que ganar antes del San Francisco, del Árabe Unido, del Tauro, del Plaza Amador, que son los históricos, pero eso me gustaba.
Cuando jugábamos contra ellos, eran partidos a los que todo el mundo estaba pendiente, duelos muy calientes. Recuerdo contra Plaza que su barra, la más representativa de la LPF, le cantaba al presidente de Sporting, cuándo se ha visto eso aquí, pero eso me gustaba porque eso es el fútbol, así yo lo vivo”.
¿Qué tiene el panameño que no tiene otro futbolista en el mundo?
“El panameño, lo que te digo yo, porque veo fútbol por toda Europa y estoy viendo el mejor fútbol base de España porque como mi hijo juega allí, en el Mallorca, lo estoy viendo; el panameño tiene una fortaleza física que no lo sabe ni él. No lo sabe.
El problema del panameño es que comienza a entrenar sobre los 15 o 16 años, si es bueno, en los otros países empiezan a los cinco años, entonces, todos estos años, a partir de los ocho años ya se entrena todos los días en España, técnica y tácticamente, toda esta etapa siete u ocho años, el panameño no la hace. Aquí a esa edad se entrena dos horas los sábados, le dan un balón y ándate a correr, y entonces no, así no se hace. Todo lo que pierde el panameño, la formación importante que adquieres cuando pequeño; entonces, con todo y esto, llega el panameño a los 15 años y te cautiva. Yo que vi la final del Premundial, y ves a un jugador como el número 2 -Chin Hormechea-, coño, los que nos dedicamos al fútbol vemos quién puede ser profesional y te preguntas ¿de dónde ha salido este tipo?, es decir, a pesar de todas estas limitantes, y después ves cómo comen, cómo se alimentan y te sorprendes más. Me gustaría ver a todos estos chavales de San Miguelito, de Colón, de El Chorrillo, de Plaza Amador, si comen cuatro veces al día, si toman suplementos como lo hacen en España, porque tienen nutricionista, si no trabajan para llevar dinero a la casa, entonces acá es más que complicado”.
En cuatro palabras, ¿como podemos definir el fútbol panameño?
“En el fútbol panameño, el fanatismo por la selección es grande, esa sería la primera: grande; en la LPF necesitamos identidad, esa sería la segunda, el aficionado debe sentir los colores de su club. En general, el fútbol panameño es veloz, fuerte, esas serían la tercera y la cuarta; y por último, los chavales tienen mucha ilusión, con esa cierro, existe ese sueño de triunfar, a pesar de todos los obstáculos”.
¿Cómo podríamos definir a los directivos del fútbol panameño?
“Bueno, los directivos del fútbol panameño están acostumbrados a trabajar aquí, en Panamá. Yo me saco el sombrero porque la mayoría de los directivos trabajan con las uñas, aquí no hay la plata para poder subsistir como club, entonces, creo que los directivos pierden mucho tiempo porque les gusta este deporte y también pierden en lo económico porque el fútbol de aquí no es profesional, no hay muchos patrocinadores, no hay grandes traspasos, entonces, creo que la varita mágica es lo que va a decidir que esto llegue a un nivel profesional es que lleguemos a un Mundial, cuando se logre esto, las cosas van a cambiar”.
¿Cómo era la relación suya con los directivos del fútbol panameño?, tengo entendido que hubo muchos desacuerdos.
“Más que choques, pero viéndolo ahora todo es bueno, son distintos puntos y maneras de pensar, también decirte que yo era nuevo, pero la historia al final es que nos llevamos bastante bien, claro que tuve choques y encontronazos, pero bueno, al final el fútbol no deja de ser un circo. Yo ahora preguntaba que cómo estaba la prensa y me dijeron: “Coño, Manolo, se ha acabado un poquito el ‘show’ porque contigo era todo revulú y cada día una noticia y te peleabas con uno y otro día con otro y después con un jugador, pero todo eso es fútbol”. De nada vale que los periodistas den los resultados y ya, que hablen siempre de lo mismo”.
Hace falta un Mirambel y un Richard Parra...
“Exacto. Tengo una imagen de Parra que una vez me lo expulsaron por cinco o seis partidos y él nunca me dijo nada a mí y me dice: “Presi, déjeme que yo me organizo”; le digo: “Parra, no me la líes”, que en ese momento yo estaba un poco tenso con la gente de la Federación, él no podía entrar al estadio, yo le digo por favor... y él me contestó una cosa que me causó mucha gracia: “Tranquilo, que no me voy a disfrazar”, yo quedé asustado porque este man es un detalle. Coño, me fui al campo y había alquilado una guagua (un bus) y se metió con una silla playera y un paraguas, yo dije: “Áyala mier... como puede ser esto, esto solo puede pasar en Panamá”, pero bueno, ese era Parra, entonces, cuando el fútbol solo da los resultados, algo falla. En el circo tiene que haber jaleos de jugadores, de entrenadores, de presidentes, porque si no, es aburrido, para vosotros sobre todo, y yo no los dejaba caer en el aburrimiento”.
¿Cuál fue su mayor obstáculo para entrar en el fútbol panameño?
¿Obstáculo? no, yo no tuve obstáculos. Al principio estaba la historia que si era español, que no se podía ser presidente, pero bueno, es que también... Cuando me siento en frío y lo pienso, debían pensar este huevón a qué viene aquí, a tocarnos los cojones... Sí, nosotros estábamos bien tranquilos, pero al cabo del tiempo se vio que yo lo único que quería, y creo que la gente así lo ha visto, que yo soy un amante del fútbol y que quise hacer todo el bien posible al fútbol panameño, sobre todo al de San Miguelito, y que quiero seguir haciendo todo lo que pueda, porque amo a este país y a su fútbol.
Un sueño que pasó a ser toda una realidad
Con goles de Ricardo Clarke, Darwin Pinzón por partida doble y Julio Andrade, el Sporting aplastó 4-1 a San Francisco de La Chorrera el 19 de mayo de 2013 para llevarse el título de ese Torneo Clausura de la Liga Panameña de Fútbol (LPF).
Ese día quedó grabado en el libro dorado del deporte de San Miguelito por ser la primera corona del fútbol nacional que se paseó por las calles del “distrito”.
Este momento de gloria se consiguió gracias al trabajo de Manuel Mirambel y José Mario “Chalate” Anthony Torres, quienes decidieron dejar atrás los años de las grandes compras y de acaparar el mercado nacional, y en vez de eso, prefirieron trabajar con un grupo de jóvenes procedentes de su cantera con un hambre incontenible de hacer historia y defender a capa y a espada los colores de su barrio.
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