Editorial
Separatismo
La presión obsesiva del presidente de la Generalitat, Arturo Mas, para que Cataluña se separe de España y se convierta en república independiente; la separación de Crimea
- Publicado: 25/4/2014 - 12:00 am
La presión obsesiva del presidente de la Generalitat, Arturo Mas, para que Cataluña se separe de España y se convierta en república independiente; la separación de Crimea y las confrontaciones de prorrusos y ucranianos en la región austral de este país; la convocatoria del referéndum para definir si Marruecos o el Frente Polisario Saharui toman como territorio propio el desierto del Sahara; la derrota de los francófonos de Quebec representan los casos más controvertidos del fraccionalismo que socava la unidad nacional de países de Europa, África y América del Norte.
La situación española registra la antigüedad histórica del proyecto separatista catalán que se propone llevar a un referéndum de incierto resultado. El Gobierno presidido por Mariano Rajoy se opone al separatismo catalán con argumentos de orden constitucional que bloquean el referéndum propuesto por Arturo Mas. El Gobierno teme que el separatismo catalán abra la puerta a otros proyectos separatistas, como los que alientan grupos de vascos, gallegos, valencianos y canarios.
La sombra de la secesión europea también amenaza a Ucrania bajo la presión militar del expansionismo ruso, que ya anexó a la estratégica Crimea. Los Estados miembros de la Otan y Estados Unidos se han puesto de acuerdo para frenar la absorción de Ucrania, apelando, si fuera necesario, al apoyo militar del régimen ucraniano.
Los planes expansionistas del gobierno de Vladímir Putin estarían apuntando a la recuperación de las excolonias de la Unión Soviética, en un intento de revivir las ambiciones geopolíticas del imperialismo de los zares y comunistas, que llegó a penetrar como satélites a Polonia, Hungría, Checa, Bulgaria y Rumania, después de la Segunda Guerra Mundial.
El referéndum sobre el Sahara fue aprobado y postergado por la ONU, desde la época en que ocupó la secretaría general Javier Pérez de Cuéllar. En ese lapso se ha fortalecido la presencia de Marruecos, y ha perdido fuerza política el Frente Polisario, base política de la República Árabe Saharui que ocupa territorio del norte de Argelia. La nueva elección del presidente Abdelaziz Buteflika no garantiza un nuevo apoyo a los saharauis a los que antes respaldó el ex presidente Huari Boumedián.
El autonomismo francófono de Quebec sufrió una ruda fractura ante el federalismo canadiense, aunque no se sabe si el golpe producirá resultados definitivos o el resurgimiento de la tendencia.
El separatismo proviene de factores diversos. En Cataluña tiene raíces en el hegemonismo político de Castilla marcado desde el tiempo de la reina Isabel la Católica. En Ucrania, se mezclan el autoritarismo ruso y el control económico de las exportaciones de gas. Los prorrusos arguyen la unidad lingüística eslava como razón primordial, argumento tan absurdo como recurrir a la lengua castellana para que España invada y absorba a los países latinoamericanos que la usan como idioma.
El separatismo del Sahara es propulsado por estudiantes marroquíes que parecen preferir el marxismo-leninismo a la monarquía de Marruecos. Pero en la disputa del desierto subyacen elementos económicos, como los ricos yacimientos de fosfatos y el proyecto argelino de obtener un oleoducto más corto para salir al Atlántico, como señalan diversos analistas. En su momento, la India experimentó el separatismo de Paquistán.
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