Desde Madrid
Ideas para un nuevo Miró
Este “Toma el dinero y corre” literario no es suficiente para nuestras letras, o por lo menos, no debe serlo. No se escribe para que los 1000 ejemplares que se imprimen, editar es otra cosa.
- Pedro Crenes Castro (Escritor)
- - Publicado: 16/11/2014 - 12:00 am
Un premio Nacional de Literatura debe cumplir con tres aspectos fundamentales para la cultura del país que lo convoca: acercar las obras al gran público, difundirlas y estimular económicamente a los autores.
El INAC es una institución pública, financiada con el dinero de todos los panameños, no es una obra de caridad para creadores y artistas. Y en tanto que pública, es perfectamente modificable, objetable y criticable, con el propósito de mejorarla.
Una salvedad necesaria antes de seguir. Reitero mi afirmación con respecto al jurado: declararon el “desierto” en cuento “sujetos a derecho” y no hay ironía alguna en mis palabras cuando dije que “un pequeño e ilustre jurado” no salvará a la Literatura de la mediocridad literaria. El jurado es ilustre (Jorge Eduardo Benavides es amigo y referente literario, sin duda. A Andrea Jeftanovic y a José Luis Rodríguez Pittí no les conozco personalmente), por algo están allí, y es pequeño. La “mediocridad literaria” es tan subjetiva como la objetividad y zanjaré el tema “jurado” con la siguiente sentencia objetable: lo que este año no aprecia un jurado, el siguiente lo apreciará otro.
El Miró es un premio bien dotado pero pésimamente difundido. Quien lo gana, gana dinero pero ¿gana difusión?, ¿presencia mediática nacional e internacional?, ¿prestigio? Los responsables de crear un premio solvente y prestigioso son las entidades que lo convocan. La maquinaria interna, limpia y transparente, hacen que el Miró, junto a su dotación económica, atraiga a los escritores que necesitan, como todo hijo de vecino, dinero.
Pero este “Toma el dinero y corre” literario no es suficiente para nuestras letras, o por lo menos, no debe serlo. No se escribe para que los 1000 ejemplares que se imprimen (editar es otra cosa) se agusanen allí donde los guarden. Además, las bases dicen que hasta que no se agote esa edición los derechos son del INAC (punto 33 de las bases), lo que es un disparate económico y hasta ecológico.
Para mí, los cambios son estos:
Primero, menos dotación y más difusión. ¿Por qué no llevar a los ganadores del Miró de gira por un país centroamericano, otro sudamericano y a España? ¿Cuánto cuesta eso y qué impacto tendría en nuestros autores? Si pactamos con editoriales locales en esos países y los agregados culturales trabajaran más, conseguiríamos difundir las obras por toda América y tener una presencia de más peso en Europa vía Madrid. Se trata de trabajar más y mejor, todos, las instituciones y los autores. Hagamos Galas del Miró en las embajadas panameñas allá donde las tengamos, llevemos allí a nuestros escritores.
Segundo, más editor y menos primerizos. ¿Por qué no premiar libros que se editan en el año y repartir la dotación económica entre autor y editor para animar el mercado editorial panameño? Nuestro Premio Nacional es el que deben convocar las editoriales. Y algunas ya se están atreviendo. El Estado debería premiar el trabajo sostenido de un autor y de un editor que está apostando por buena literatura. Los autores, muchos, se presentan, ganan y ni más se supo, pero se cobró el premio. Saquen las listas, no me creo que todos sean como Rulfo, escritores de dos libros.
Tercero, más presencia en los medios y mejor edición. Hay que dar espacio a la cultura y allí el INAC hace poco. Tomemos del viejo Torrijos la idea de “patrullajes domésticos” y sumémosle “cultural” a la fórmula. La literatura, sus autores, en la medida de lo posible, deben recorrer el país y no deben hacerlo solo con sus medios. Si no hay para todos, que vayan los ganadores del Miró, que cada semana los escritores estén en los medios, que se hable de letras, de teatro, de poesía, de música, necesitamos con urgencia respirar esos aires de conocimiento, de solvencia intelectual que nos van a ayudar mucho.
Y la edición. Leo en estos días la novela de Dimitrios Gianareas, Miró 2013, “La chica que conocí el día que mataron a Kennedy”, muy buena, en una edición terrible, con el texto descentrado, con una letra de imprenta de barrio y una portada que no se merece, muy mala calidad. Y esto es objetivo, puedo pasarles las fotos.
Nos renovamos o terminaremos despilfarrando el dinero que es de todos y que a todos cuesta ganar. El inmovilismo institucional es la principal fuente de freno para la cultura. No vale con subir la dotación del premio, hace falta que el premio difunda y agrande la figura del autor. Nos merecemos como panameños una literatura cercana, que recorra el país, que enorgullezca aquí allí donde vaya. Y el Miró debe ser un verdadero camino para ello.
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