Una tradición familiar
Publicado 1999/09/05 23:00:00
- Delsi Sánchez M.
Lo que se inició allá por el año 1937 como un negocio de familia, hoy ha rebasado los límites de las fronteras nacionales y su exquisito sabor ha llegado a diferentes países del globo, se trata de los "Dulces Córdoba", una micro empresa que fabrica los "huevitos de faltriquera", mejor conocidos como "huevitos de leche", considerados como parte del folclor chiricano, ya que muchas personas procedentes de la ciudad capital opinan que la mejor manera de demostrar que han visitado la altiva provincia de Chiriquí es llevando algunas unidades de estos ricos dulces que se confeccionan manualmente para que no pierdan su originalidad.
Esta microempresa se inició accidentalmente, cuando las hermanitas Córdoba, Carmen y Margarita, hijas de Cástulo Córdoba y Nieves de Córdoba, empezaron la venta de algunos dulces, los cuales solamente se vendían en David.
Las dos jovencitas decidieron poner a la disposición de los consumidores, y solamente por las noches y los fines de semana, dulces y entremeses, y con el correr del tiempo se fueron diversificando los productos que se ponían a la venta.
Fue así como surgió la idea de vender huevitos de leche, cocadas de leche y coco, bizcochuelos, bocadillos de plátano, piña, guayaba y merengues; los que eran preparados en pequeñas porciones, en recipientes llamados "fondo", hechos de cobre, y se cocinaban en una estufa de kerosene.
Inicialmente se elaboraban tamales y pastelitos que fueron rápidamente descartados por el bajo rendimiento económico que reportaban.
La producción en un principio se hacía en pequeña escala y se efectuaba de acuerdo al pedido que hicieran los clientes, y la presentación ha ido variando de acuerdo a las exigencias del mercado.
Hoy en día el sabor de estos dulces ha llegado hasta la Casa Blanca (Estados Unidos) y diferentes países, como: Puerto Rico, Perú, España, Costa Rica y Argentina.
Un año después de iniciada esta actividad, Margarita, una de las fundadoras, se trasladó a la ciudad capital a terminar sus estudios, por lo que su hermana Carmen quedó al frente del negocio, incorporándose la hija de crianza de la familia, Evelia Ochoa, puesto que la producción iba en franco crecimiento. De un litro de leche que se usaba diariamente se tuvo que recurrir a cuatro para atender los pedidos.
Para el año 1953 la pequeña empresa queda en manos de la señora madre y de la señorita Ochoa, pues su hija Carmen contrae matrimonio.
Rápidamente las estufas de querosene son reemplazadas por un fogón de leña y se cocina en recipientes de hierro con mayor capacidad que los de cobre.
Años después se reincorpora al negocio Carmen Córdoba de Sechi y aumentando el personal, a la vez que se introducen los envases standard y se logra un proveedor permanente.
Luego se inicia un proceso de planificación formal de la producción y se empiezan a regular los aspectos financieros de la micro empresa, creándose un sistema de mercadeo interno, conviertiéndose en una próspera microempresa, que día a día toma nuevas perspectivas.
Actualmente en esta empresa laboran seis empleados, quienes aún cocinan la mezcla en fogones de leña para hacer los diferentes dulces, que preparan en bateas de madera para que puedan conservar su sabor original, puesto que estas golosinas son requeridas en diferentes eventos sociales como matrimonios, cumpleaños, brindis para días patrios en otros países y demás.
Dependiendo de los gustos del cliente, se empacan los dulces solos o surtidos y se hacen llegar a los diferentes lugares donde fueron contratados para los diversos actos.
El valor oscila entre B/. 1.00 hasta B/. 15.00, dependiendo de la cantidad de unidades que contenga la cajetilla o la bolsa o en lata, que generalmente es donde se empaca el producto que sale al exterior del país.
Cabe señalar que esta microempresa además de ser una tradición familiar, que viene desde hace 62 años, genera empleos a algunas personas, conviertiéndose en parte del folclor chiricano, puesto que es considerado por muchos como un distintivo de la región.
En la actualidad esta fábrica se encuentra en la calle 4ta. de la ciudad de David y es asiduamente visitada por foráneos y chiricanos en busca de estos exquisitos dulces para ser obsequiados.
Esta microempresa se inició accidentalmente, cuando las hermanitas Córdoba, Carmen y Margarita, hijas de Cástulo Córdoba y Nieves de Córdoba, empezaron la venta de algunos dulces, los cuales solamente se vendían en David.
Las dos jovencitas decidieron poner a la disposición de los consumidores, y solamente por las noches y los fines de semana, dulces y entremeses, y con el correr del tiempo se fueron diversificando los productos que se ponían a la venta.
Fue así como surgió la idea de vender huevitos de leche, cocadas de leche y coco, bizcochuelos, bocadillos de plátano, piña, guayaba y merengues; los que eran preparados en pequeñas porciones, en recipientes llamados "fondo", hechos de cobre, y se cocinaban en una estufa de kerosene.
Inicialmente se elaboraban tamales y pastelitos que fueron rápidamente descartados por el bajo rendimiento económico que reportaban.
La producción en un principio se hacía en pequeña escala y se efectuaba de acuerdo al pedido que hicieran los clientes, y la presentación ha ido variando de acuerdo a las exigencias del mercado.
Hoy en día el sabor de estos dulces ha llegado hasta la Casa Blanca (Estados Unidos) y diferentes países, como: Puerto Rico, Perú, España, Costa Rica y Argentina.
Un año después de iniciada esta actividad, Margarita, una de las fundadoras, se trasladó a la ciudad capital a terminar sus estudios, por lo que su hermana Carmen quedó al frente del negocio, incorporándose la hija de crianza de la familia, Evelia Ochoa, puesto que la producción iba en franco crecimiento. De un litro de leche que se usaba diariamente se tuvo que recurrir a cuatro para atender los pedidos.
Para el año 1953 la pequeña empresa queda en manos de la señora madre y de la señorita Ochoa, pues su hija Carmen contrae matrimonio.
Rápidamente las estufas de querosene son reemplazadas por un fogón de leña y se cocina en recipientes de hierro con mayor capacidad que los de cobre.
Años después se reincorpora al negocio Carmen Córdoba de Sechi y aumentando el personal, a la vez que se introducen los envases standard y se logra un proveedor permanente.
Luego se inicia un proceso de planificación formal de la producción y se empiezan a regular los aspectos financieros de la micro empresa, creándose un sistema de mercadeo interno, conviertiéndose en una próspera microempresa, que día a día toma nuevas perspectivas.
Actualmente en esta empresa laboran seis empleados, quienes aún cocinan la mezcla en fogones de leña para hacer los diferentes dulces, que preparan en bateas de madera para que puedan conservar su sabor original, puesto que estas golosinas son requeridas en diferentes eventos sociales como matrimonios, cumpleaños, brindis para días patrios en otros países y demás.
Dependiendo de los gustos del cliente, se empacan los dulces solos o surtidos y se hacen llegar a los diferentes lugares donde fueron contratados para los diversos actos.
El valor oscila entre B/. 1.00 hasta B/. 15.00, dependiendo de la cantidad de unidades que contenga la cajetilla o la bolsa o en lata, que generalmente es donde se empaca el producto que sale al exterior del país.
Cabe señalar que esta microempresa además de ser una tradición familiar, que viene desde hace 62 años, genera empleos a algunas personas, conviertiéndose en parte del folclor chiricano, puesto que es considerado por muchos como un distintivo de la región.
En la actualidad esta fábrica se encuentra en la calle 4ta. de la ciudad de David y es asiduamente visitada por foráneos y chiricanos en busca de estos exquisitos dulces para ser obsequiados.
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