Un sacerdote es el padre de mi hijo
La Iglesia Católica dijo ayer que respetará la decisión del Organo Judicial, luego de que se hagan las respectivas investigaciones.
- Elsa González
- - Publicado: 10/4/2002 - 11:00 pm
"El me obligó a practicarme un aborto pero yo no lo hice", confesó ayer una menor que lleva en su vientre el producto de su relación con un sacerdote de 48 años, de la comunidad de Río Hato, en Antón, provincia de Coclé. "Tengo algo de vergüenza", aceptó la menor con el rostro compungido, durante una entrevista exclusiva a El Panamá América. En medio de aquella angustia encontramos a la joven de 16 años, embarazada de siete meses, cuyos padres interpusieron la denuncia ante las autoridades competentes, luego de percatarse del estado de su hija.
La joven vive en la comunidad de Chorrerita de Membrillo en Penonomé, una apartada región donde para llegar hay que tomar un bus en Penonomé y tras una hora aproximada de trayecto, caminar un largo tramo hasta la humilde morada. La casa de quincha y paja está casi por derrumbarse. La pobreza y las precarias condiciones de vida saltaban a la vista.
Allí estaba la menor, con la mirada perdida, acompañada de su madre, su padrastro y dos hermanas, que un poco temerosas observaban nuestra llegada. Se nos recibió muy amablemente, como si fuéramos de confianza, característica de los campesinos de este sector, enseguida reparamos en las pésimas condiciones en que viven estas personas. Precisamente, fue el grave cuadro de pobreza en el que sobreviven, la razón por la cual los padres confiaron a la menor al sacerdote, quien se comprometió a cuidarla y educarla.
Sentada en la orilla de un tablón de su vivienda, nos contó que conoció al sacerdote cuando tenía nueve años, en la parroquia de Membrillo Norte. "Yo cantaba en el coro y él me trataba bien". "El sacerdote propuso a mis padres que me fuera con él para que me educara. Mis padres aceptaron, porque tenían confianza en él, al igual que yo", añade. Hace una pausa y prosigue "me fui de mi casa un 9 de marzo rumbo a Río Hato, donde estaba el sacerdote, con "muchas ansias de estudiar", pero sin saber que sucedería.
La joven tierna, de tez blanca y con su embarazo ya bastante avanzado, continuaba diciendo que pasado un tiempo de ella llegar a la casa cural de Río Hato, el sacerdote inició la seducción. "Una tarde me invitó a tener relaciones sexuales con él, me dijo que fuera en la noche a su recámara que no pasaría nada malo, y yo no fui, pero él fue a buscarme a la habitación donde yo dormía con una sobrina de él y dos jóvenes más a los que él ayudaba".
Vestida de maternidad, pero un rostro evidentemente infantil, aseguró que el sacerdote entró a la habitación y la tocó para despertarla como a las 12:00 de la noche. "Me dijo que saliera y lo hice para ver qué quería. Algo me atraía hacía él y no sé aún qué era", dijo. Entró a la habitación del sacerdote como éste se lo pidió. "Cerró la puerta y me desvistió, después me acarició y me obligó a que abriera las piernas, yo no quería, pero él lo hizo, yo era virgen, él ha sido el único hombre que he tenido", aseguró.
El sacerdote aparentemente estaba al tanto del ciclo menstrual de la joven, ya que le aseguró que por esa razón no quedaría embarazada. Sin embargo, algo falló y los resultados son los siete meses de embarazo de la niña. Y es que ella no le dijo que su periodo había terminado.
Luego de unos meses la joven dejó de menstruar y le comentó al sacerdote. Cuando le dijo que estaba embarazada, él le manifestó que "lo mejor era abortar" para lo que le dio B/. 20. "Me dijo que buscara a alguien que me hiciera abortar porque él no podía porque se darían cuenta y sería un escándalo", subrayó.
Las relaciones sexuales continuaron por muchos meses, casi todo el periodo escolar 2001, luego de que el cura conociera que la menor estaba en estado de gravidez. "Si yo no iba él me buscaba", recordó. La verdad, "tenía miedo... él era sacerdote y me estaba ayudando a estudiar", indicó la jovencita.
Su parte, la madre, consternada, señaló que dieron la niña al cura por la confianza que tenían en él y por el buen comportamiento que tenía con la comunidad, sin embargo, la niña no les contó lo que sucedía. "Nos enteramos porque la barriga de la niña creció y cuando llegó de terminaron las clases en el Primer Ciclo de Río Hato, nos contó lo sucedido".
Dijo que contactaron al prelado y éste "nos pidió que calláramos porque lo perjudicaríamos, además aceptó ser el padre de la criatura y que se haría cargo de mi hija y del bebé". "Sí, es verdad el hijo es mío", fueron las palabras del clérigo, según la madre. La señora agregó que el cura dijo además: "siempre tuve el anhelo de tener uno".
Al igual que a la niña, el sacerdote le dijo a la madre que "la Iglesia le permitía tener relaciones con mujeres, porque él tenía apoyo". Los padres confiaron por segunda vez y más tarde la ayuda prometida no llegó. Al punto que el sacerdote dudó luego de que él fuera el autor del hecho.
Fue por eso que se decidieron interponer la denuncia en el Ministerio de la Juventud, la Mujer, la Niñez y la Familia de Coclé, donde los remitieron a la Policía Técnica Judicial (PTJ). Ayer, mediante un comunicado monseñor Uriash Asley de la Diócesis de Penonomé, dio a conocer que la Iglesia respetará la decisión que tome el Organo Judicial, luego de las investigaciones.
La joven vive en la comunidad de Chorrerita de Membrillo en Penonomé, una apartada región donde para llegar hay que tomar un bus en Penonomé y tras una hora aproximada de trayecto, caminar un largo tramo hasta la humilde morada. La casa de quincha y paja está casi por derrumbarse. La pobreza y las precarias condiciones de vida saltaban a la vista.
Allí estaba la menor, con la mirada perdida, acompañada de su madre, su padrastro y dos hermanas, que un poco temerosas observaban nuestra llegada. Se nos recibió muy amablemente, como si fuéramos de confianza, característica de los campesinos de este sector, enseguida reparamos en las pésimas condiciones en que viven estas personas. Precisamente, fue el grave cuadro de pobreza en el que sobreviven, la razón por la cual los padres confiaron a la menor al sacerdote, quien se comprometió a cuidarla y educarla.
Sentada en la orilla de un tablón de su vivienda, nos contó que conoció al sacerdote cuando tenía nueve años, en la parroquia de Membrillo Norte. "Yo cantaba en el coro y él me trataba bien". "El sacerdote propuso a mis padres que me fuera con él para que me educara. Mis padres aceptaron, porque tenían confianza en él, al igual que yo", añade. Hace una pausa y prosigue "me fui de mi casa un 9 de marzo rumbo a Río Hato, donde estaba el sacerdote, con "muchas ansias de estudiar", pero sin saber que sucedería.
La joven tierna, de tez blanca y con su embarazo ya bastante avanzado, continuaba diciendo que pasado un tiempo de ella llegar a la casa cural de Río Hato, el sacerdote inició la seducción. "Una tarde me invitó a tener relaciones sexuales con él, me dijo que fuera en la noche a su recámara que no pasaría nada malo, y yo no fui, pero él fue a buscarme a la habitación donde yo dormía con una sobrina de él y dos jóvenes más a los que él ayudaba".
Vestida de maternidad, pero un rostro evidentemente infantil, aseguró que el sacerdote entró a la habitación y la tocó para despertarla como a las 12:00 de la noche. "Me dijo que saliera y lo hice para ver qué quería. Algo me atraía hacía él y no sé aún qué era", dijo. Entró a la habitación del sacerdote como éste se lo pidió. "Cerró la puerta y me desvistió, después me acarició y me obligó a que abriera las piernas, yo no quería, pero él lo hizo, yo era virgen, él ha sido el único hombre que he tenido", aseguró.
El sacerdote aparentemente estaba al tanto del ciclo menstrual de la joven, ya que le aseguró que por esa razón no quedaría embarazada. Sin embargo, algo falló y los resultados son los siete meses de embarazo de la niña. Y es que ella no le dijo que su periodo había terminado.
Luego de unos meses la joven dejó de menstruar y le comentó al sacerdote. Cuando le dijo que estaba embarazada, él le manifestó que "lo mejor era abortar" para lo que le dio B/. 20. "Me dijo que buscara a alguien que me hiciera abortar porque él no podía porque se darían cuenta y sería un escándalo", subrayó.
Las relaciones sexuales continuaron por muchos meses, casi todo el periodo escolar 2001, luego de que el cura conociera que la menor estaba en estado de gravidez. "Si yo no iba él me buscaba", recordó. La verdad, "tenía miedo... él era sacerdote y me estaba ayudando a estudiar", indicó la jovencita.
Su parte, la madre, consternada, señaló que dieron la niña al cura por la confianza que tenían en él y por el buen comportamiento que tenía con la comunidad, sin embargo, la niña no les contó lo que sucedía. "Nos enteramos porque la barriga de la niña creció y cuando llegó de terminaron las clases en el Primer Ciclo de Río Hato, nos contó lo sucedido".
Dijo que contactaron al prelado y éste "nos pidió que calláramos porque lo perjudicaríamos, además aceptó ser el padre de la criatura y que se haría cargo de mi hija y del bebé". "Sí, es verdad el hijo es mío", fueron las palabras del clérigo, según la madre. La señora agregó que el cura dijo además: "siempre tuve el anhelo de tener uno".
Al igual que a la niña, el sacerdote le dijo a la madre que "la Iglesia le permitía tener relaciones con mujeres, porque él tenía apoyo". Los padres confiaron por segunda vez y más tarde la ayuda prometida no llegó. Al punto que el sacerdote dudó luego de que él fuera el autor del hecho.
Fue por eso que se decidieron interponer la denuncia en el Ministerio de la Juventud, la Mujer, la Niñez y la Familia de Coclé, donde los remitieron a la Policía Técnica Judicial (PTJ). Ayer, mediante un comunicado monseñor Uriash Asley de la Diócesis de Penonomé, dio a conocer que la Iglesia respetará la decisión que tome el Organo Judicial, luego de las investigaciones.
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