El venezolano Edgar Borges cuenta las interioridades de un libro que escribió sobre un panameño.
Posición de Rubén Blades sobre Venezuela es válida
- Pedro Crenes Castro Especial para Panamá América
Rubén Blades aceptó ser el factor vinculante de un libro que enlaza memoria y ficción para pensar la realidad y dar lugar a un contenido interesante. Venezuela, mucho antes de Hugo Chávez, es un país donde los grupos de poder trabajan para secuestrar la realidad nacional, según Borges.
Perfil
- Nombre: Edgar Borges. Nació en Caracas, Venezuela, el 24 de abril de 1966.
- Profesión: Escritor de novelas, la crónicas y dramas.
- Publicaciones: ¿Quién mató a mi madre?, ¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe?, La contemplación, Crónicas de bar, El hombre no mediático que leía a Peter Handke, Vínculos. Apuntes con Rubén Blades, entre muchos otros.
Reflexión
- Los intereses de la política convencional no tienen nada que ver con las relaciones del arte, pero tampoco tienen nada que ver con las relaciones entre los pueblos. Si no me parece sano que durante décadas ciertos intereses de la política estadounidense hayan trabajado para dividir a nuestros países, mucho menos sano me puede parecer que desde opciones que se llaman revolucionarias se proclamen divisiones.
- Edgar Borges
Después de conversar con Rubén Blades en el Instituto Cervantes de Nueva York y ya de regreso a España, Edgar Borges nos responde algunas preguntas sobre el encuentro con el panameño y sobre su obra, en particular “Vínculos. Apuntes con Rubén Blades”, del que dimos cuenta la semana pasada. Borges tampoco rehúye pronunciarse sobre su tierra, Venezuela, y la situación que allí se vive.
¿Cómo surgió la idea de escribir sobre Rubén Blades e implicarle en la labor?
Para desarrollar mis ideas de escritura me gusta pensar en dos direcciones. Una, la que implica, en un determinado espacio-tiempo, a personajes de la ficción en torno a una historia y las diversas perspectivas de la memoria; la otra, la que asume a personas de la vida material (por no decir real) para diseñar un espacio donde ficción y realidad jueguen a contar una nueva posibilidad. Una puerta abierta hacia otra realidad. En esta segunda dirección quería escribir un libro que relacionara literatura y música como fuerzas que abren ventanas cuando la realidad social parece cerrada. Rubén Blades aceptó ser el factor vinculante de un libro que enlaza memoria y ficción para pensar la realidad.
¿Y cómo diste con la manera en que lo has “narrado”?
En esto de integrar ficciones y realidades tengo una propuesta desarrollada a través de libros como “¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe?”, “Crónicas de bar” y “El hombre no mediático que leía a Peter Handke”. En cada uno de esos libros existe un narrador que opera como el investigador que anda tras una pista que le permita concretar su trabajo, la memoria como hacedora de realidades, o de ficciones. En la búsqueda de esa pista se articula el libro en presencia del lector. Eso es “Vínculos. Apuntes con Rubén Blades”, un libro contado en forma de recorrido. Se podría decir un libro al desnudo, el narrador cuenta en tiempo real los distintos elementos que va reuniendo para realizar la obra. El lector asiste a la construcción como parte implicada en la necesidad de integrar los componentes. La memoria del narrador le deja espacio a la memoria de quien lee. Al final se siente la sensación de que se contó algo sobre un libro en preparación; ese algo es el libro que se ha leído. Como la vida misma, una secuencia en construcción que se detiene solo cuando dejamos de ser presente. La narración de “Vínculos” nace de la integración de observación y apuntes. En el medio de ambos factores, como enlace, está la mirada. La mirada como el vehículo que interpreta en apuntes algunos de los tiempos (o realidades) que capta en su observación.
¿Cómo fue el encuentro con Rubén Blades en el Cervantes de New York, sobre todo con toda la polémica sobre Venezuela y la ruptura de relaciones?
El encuentro fue muy agradable. Ya sabemos que los intereses de la política convencional no tienen nada que ver con las relaciones del arte, pero tampoco tienen nada que ver con las relaciones entre los pueblos. Si no me parece sano que durante décadas ciertos intereses de la política estadounidense hayan trabajado para dividir a nuestros países, mucho menos sano me puede parecer que desde opciones que se llaman revolucionarias se proclamen divisiones. Las diferencias políticas, cuando se quiere sumar, deben ser solucionadas desde la estrategia y no desde la ruptura. Respecto a las dos cartas que Rubén escribió sobre el tema Venezuela, pienso que los sectores en pugna no quisieron comprender el punto clave de la primera carta. Me pareció completamente válido que Rubén considerara que ambos bandos defienden su parcela de realidad basada en absolutismos. Y esa es una visión exacta que se echa de menos en el debate venezolano. ¿Por qué como venezolano tengo que aceptar que se me imponga la negación de los matices? Una realidad deja de ser válida cuando no acepta la convivencia de otras realidades. Una sociedad debe entenderse con base en la coherencia de una realidad compartida por la mayoría, pero eso no está divorciado con el sano derecho que tienen las realidades individuales de coexistir con la realidad mayoritaria. Toda realidad es transformable, de ahí la importancia de la ficción como fuerza que permite la creación de un nuevo ciclo de realidad. Venezuela, mucho antes de Hugo Chávez, es un país donde los grupos de poder trabajan para secuestrar la realidad nacional. Y en esto, hasta el presente, caen todas las tendencias políticas que han llegado al poder. Así como digo esto reconozco en el presente la organización que, en diversas direcciones sociales, han asumido muchos sectores populares. El problema siempre parte cuando la cúpula padece los mismos vicios del sistema que cuestiona.
Sin duda alguna, Rubén Blades es un excelente escritor. García Márquez dijo que le habría gustado firmar “Pedro Navaja” ¿cuál le gustaría haber firmado a Edgar Borges?
“Adán García”, ese tema es un canto que describe la derrota que día a día padece la ingenuidad en una sociedad donde impera el cinismo como cultura.
¿Qué te trajo hasta Europa y qué te devuelve a esta música?
Tenía necesidad de ver las distintas realidades desde otra perspectiva. Quería estar ubicado en un punto distante, sentirme distante para intentar fabricar dentro de mí esa patria que es la ficción. Hoy, cuando llevo varios años en España, siempre que viajo a otros países, siento la necesidad de sumergirme en ese otro punto distante que nos ofrece el afuera. En el caso de la música de Blades vinculada con el libro, desde Europa sentí la universalidad de esa expresión, de ese contenido. Existe una misma ruta y muchas miradas. Intentar observar ese juego de perspectivas es posible cuando se viaja o se imagina. Sin embargo, desde Europa sigo pensando en ese otro modelo de realidad social que algún día pueda ofrecerle América Latina al mundo. Ese modelo debería sustentarse, en buena medida, en la naturaleza como fuente de un nuevo espacio ético social. Todo cuanto ocurre en el presente será un puente hacia ese espacio.
¿Tu álbum favorito de Rubén Blades?
“Mundo”. Tanto en lo literario como en lo musical esa producción significa un recorrido por la geografía urbana global. Y diría más, “Mundo” es el álbum más importante que se ha hecho en la música urbana en lo que va del siglo XXI. A quien piense que exagero le invito a escucharlo sin el ruido exterior que nos secuestra la calma.
Acabas de estar por Italia promocionando tu obra ¿cómo es el público italiano ante la literatura de un venezolano y, detrás, de un latinoamericano?
Estuve en varias ciudades italianas, en el caso de Roma en la Feria de la pequeña y mediana industria editorial compartí con otros autores latinoamericanos. La acogida de los lectores italianos fue importante. Percibo un interés en Italia por lo que ocurre en la literatura hecha por latinoamericanos. En Italia siempre están esperando lo que surge desde la tierra de Rulfo, Cortázar y García Márquez. Sin embargo, lo positivo de esta visita es que muchos lectores italianos reconocen que tenemos otras propuestas literarias que, aun reconociendo la obra de los autores del boom, se abren a otros espacios creativos. La traducción y el interés de las editoriales es clave en este proceso. En mi caso tengo un contrato de traducción y publicación de varias novelas con Lavieri Edizioni, el mismo se inició en 2013 con la novela “La contemplazione”, traducida por Gianfranco Pecchinenda.
¿En qué proyecto literario andas metido?
Tengo varios años implicado en una novela que cuenta la magia que una ciclista ejerce sobre la rutina de un barrio. Esa novela saldrá en España en el segundo semestre del año, bajo un sello catalán que ha contratado parte de mi obra.
Si digo “Venezuela” ¿qué responde Edgar Borges?
Escuchar Venezuela es pensar en el punto de encuentro, en ese espacio que me parió y que me llama. Venezuela tiene todos los recursos para que en su espacio se genere un modelo de referencia ecológica y social. Para ello hay que trabajar en un proyecto educativo nacional que nos haga conscientes de que un país con recursos es una cáscara vacía si no existe actitud de compromiso en sus ciudadanos. Yo confío en que todo el último proceso que hemos vivido, con sus contradicciones, nos llevará a un resultado de mayor madurez. Solo ocurre que para ello hay que comenzar a hacer ahora, antes de que el trauma convierta la madurez en frustración. Ni en Venezuela ni en ninguna parte del mundo creo en proyectos que no trabajen para comprometer al individuo en su responsabilidad con los otros. La masa es una abstracción utilizada tanto por la derecha como por la izquierda para obtener beneficios. En política la masa es el público de un partido de fútbol, la unidad se basa en la manipulación de las emociones y no en la comprensión entre las partes y el todo. En el fútbol esto es positivo siempre y cuando alguien no dé la orden de un “todos contra todos”. El asunto es que en política, aunque sea invisiblemente, muchas veces el poder le envía esa orden al pueblo. Lo emocional, en un ser humano, también pasa por una educación responsable. Y no hablo de robots, pero tampoco de tontos útiles. Peligroso es el individuo pensante, creativo y comprometido con la sociedad. Educar al yo en relación con el otro debería ser el modelo ideal de un proyecto político que basara sus intereses en el cambio de paradigma que tanto necesitamos en el mundo.
Si Madame Kalalú viera en su bola de cristal una novela para recomendar ¿cuál sería?
“Pedro Páramo”, de Juan Rulfo. En la sociedad de la estupidez que se mueve a nivel global estamos muertos y no nos hemos dado cuenta.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.