Restauración
La cultura y el desarrollo urbano en América
Desde la antigüedad ha quedado comprobado --y así lo demuestran los testimonios y ejemplos epocales--, que la estructura urbana, o algunos de sus elementos, pueden ser, o
- Paulino Romero C./Pedagogo, escritor, diplomático
- - Actualizado: 21/4/2014 - 10:34 am
Desde la antigüedad ha quedado comprobado --y así lo demuestran los testimonios y ejemplos epocales--, que la estructura urbana, o algunos de sus elementos, pueden ser, o bien expresión de la forma de vida de sus habitantes, o la estampa de una actitud espiritual de la población tal como lo desea una determinada élite de poder. Es así como la formación y desarrollo de las ciudades y el nacimiento de viejas civilizaciones constituyen procesos peculiarmente ligados entre sí.
LOS CONQUISTADORES, A LA HORA DE FUNDAR UNA CIUDAD, TENÍAN COMO TAREA MÁS NOBLE, POR REAL INSTRUCCIÓN GENERAL, JALONAR UNA PLAZA CUADRADA QUE EN LO SUCESIVO DETERMINARÍA LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LA CIUDAD...
Después del descubrimiento y la conquista del continente americano por los españoles, y a partir de la época colonial, que duró más de 300 años, también en la construcción de las primeras ciudades latinoamericanas podemos observar fenómenos similares. Es decir, la imagen que la sociedad o su élite de poder tenía de sí, se reflejaba en la configuración de la ciudad.
Para describir este escenario del contexto cultural del desarrollo urbano latinoamericano, precisa señalar que las primeras ciudades del nuevo mundo las encontramos en las altas culturas indias de los aztecas y mayas en Centroamérica, de los chibchas en Colombia y en el Perú, en los oasis fluviales y en la altiplanicie, y que florecieron por última vez bajo el imperio de los incas. Especialmente la capital de los incas, Cuzco, nos enseña mucho acerca de la concepción que de sí misma tenía la casta reinante de este imperio. Esa estructura espacial creada por los incas dio lugar a una conciencia tan fuerte que hasta el día de hoy ha perdurado, aunque solo de manera fragmentaria.
Por otra parte, la ciudad española en América está simbolizada por un lugar central, por la clásica plaza. Y es que los conquistadores, a la hora de fundar una ciudad, tenían como tarea más noble, por real instrucción general, jalonar una plaza cuadrada que en lo sucesivo determinaría la estructura social de la ciudad, al igual que la red de calles que, como un tablero de ajedrez, se orientaba exactamente hacia la plaza. La idea de la plaza respondía muy bien al sentimiento de españoles y criollos en la colonia. El vecindario pone todo su interés en convertir la plaza en el escaparate de la ciudad.
La plaza deviene así el centro de la vida urbana y del ocio. Esa fue la contribución de España. No construyó escuelas, pero sí plazas para el pueblo que allí recibía su formación, se enteraba de las últimas noticias y disponía de un escenario para la manifestación de su cultura. La plaza era, pues, un lugar público para todos, en ella se encontraban los amigos, se emborrachaban los pobres y se paseaban los ricos, como escribiera el historiador colombiano Germán Arciniegas.
También la Iglesia católica y su culto constituyeron un segundo pilar de la cultura urbana de la ciudad colonial. Al igual que el sistema administrativo español, la Iglesia estaba estructurada de manera centralista, ya que tenía igualmente necesidad de focos para la administración y misión en un territorio casi infinito. Ello exigía ciudades, pueblos o reducciones. Y en los casos en los que no lo permitía la estructura espacial tradicional, se inventó pronto la institución del mercado del domingo, con el fin de reunir en ese día a la población y a los dignatarios en un lugar para la instrucción religiosa, la administración política y la actividad mercantil al mismo tiempo.
Pero, luego de que se produjo la independencia de los países hispanoamericanos, liderada por el libertador Simón Bolívar, empieza a producirse igualmente cierta ruptura con el modelo de la ciudad española y portuguesa en el nuevo mundo. Las ideas de la Revolución Francesa que influyeron notablemente en el pensamiento y la acción de los más destacados héroes de la libertad americana también tuvieron su aplicación en el desarrollo posterior urbanístico. No obstante, en muchos estados hispanoamericanos se tiende a la conservación de la vieja herencia colonial, mediante restauración.
Casos como los de Puerto Rico, Santo Domingo, Cuba, Panamá y, sobre todo, la vieja ciudad de Quito, Ecuador, declarada como patrimonio de la humanidad, son testimonios evidentes de esa nueva mentalidad y disposición restauradora.
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