Liderazgo
Decálogo de un presidente
Como es tradición, el Domingo de Pascua, los cristianos conmemoramos la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo, evento más importante de nuestro calendario cristiano.
Como es tradición, el Domingo de Pascua, los cristianos conmemoramos la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo, evento más importante de nuestro calendario cristiano.
- Luis Gabriel Pernett /Economista
- - Publicado: 19/4/2014 - 11:00 pm
Como es tradición, el Domingo de Pascua, los cristianos conmemoramos la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesucristo, evento más importante de nuestro calendario cristiano. Como tradición democrática, cada cinco años los panameños debemos estar conscientes de la gran responsabilidad que involucra el favorecer a quien dirigirá la nave del Estado durante el próximo quinquenio. Pretender resolver todos los problemas del país en cinco años puede ser ambicioso. Como coinciden muchos, con que resuelva uno solo bien hecho, se habrá dado un enorme paso.
La pluralidad de candidatos se presenta al electorado con sus propias recetas, así pues, el menú está dado. Y es que independientemente de palantes/patrás, pueblo primero, fuerzas de lo nuevo, catedráticos paladines y obreros apasionados no hay duda de que ante la faz del país, todos se presentan dispuestos a, por lo menos, minimizar los grandes problemas que aquejan a los miles que 'viven' en la más absoluta miseria, hecho inconcebible en un país abundante en recursos y con tres millones y medio de habitantes. Panamá es un país bendecido. Aun en tiempos de crisis, y pese a los que los economistas llaman desaceleración, las proyecciones apuntan hacia un crecimiento del 8.5% para el 2014, muy por encima de otras economías importantes de nuestro continente. La gran interrogante es: ¿para quién (es) crecemos? Lo importante es que cualquiera que sea el porcentaje de crecimiento debe traducirse en desarrollo económico y justicia social.
Aunque Panamá es un país, en su mayoría, eminentemente católico, quien resulte electo gobernará para todos, independiente de razas, credos o religiones. Es oportuno aprovechar este umbral a las elecciones para reflexionar y en especial, nuestros presidenciables, sobre la humanidad y enseñanzas legadas por nuestro Señor Jesús.
Y es que Jesús fue un líder visionario, osado, a veces frágil, pero siempre valiente, determinado, solidario, confiable, enérgico cuando fuera necesario, pero sobre todo, carismático y ejemplar. A continuación describo lo que el escritor brasileño Sergio Motta denominó los 10 mandamientos de liderazgo, según Jesucristo.
1) Comprensivo. Jesús confiaba y creía en su grupo, y les ofrecía la oportunidad de aprender con los errores.
2) Inspirador. Jesús se hacía seguir y obedecer por un grupo, de forma espontánea, dedicada y motivada en dirección a un objetivo. Transmitía confianza y seguridad, alentaba la voluntad de vencer en todos sus colaboradores. Con su proceder carismático, lograba que el grupo alcanzara las metas con mayor eficacia.
3) Oratoria. El discurso de Jesús fue simple y claro para todos. Como líder integrador, usaba como instrumento un proceso de empatía y de unión. Su seguridad era producto de sus fuertes convicciones, en creer lo que decía y demostrarlo con sus actitudes.
4) Consejero. Jesús fue un gran educador y consejero. Insistió en la necesidad de tener la humildad de comprender que toda persona tiene algo que enseñar y que aprender.
5) Confianza en sí mismo y asumir como suya la lucha de los más débiles.
6) Compasión. Voluntad sincera y capacidad real de resolver problemas de los más necesitados, alto grado de intuición.
7) Humildad. Consciente de su liderazgo, de establecer objetivos y prioridades, orientar y coordinar, tomó como ejemplo la figura de los niños como modelos perfectos de humildad, pues ellos son simples, puros y libres de preconceptos.
8) Compromiso. El Padre fue un generador de ideas. Su gran capacidad de contagiar a otros con sus enseñanzas tuvo gran efecto multiplicador y generó una cadena con el mensaje que pretendía difundir.
9) Accesible. Su vida pública fue ejemplo de dedicación y servicio. El líder debe tener corazón abierto, ser flexible y receptivo.
10) Tener fe. Los discípulos creen en su líder y este en la capacidad de aquellos que lo siguen. El liderado, así como su maestro, no se vuelve confiable por lo que dice o escucha decir, sino por lo que hace. Fe no es creencia sin pruebas, mas confianza sin reservas.
Si bien es cierto, nuestra atención como ciudadanos está puesta en quién ocupará el solio presidencial, debemos tener presente que el decálogo señalado anteriormente no debe ser solo inherente a los candidatos presidenciables, sino también a todos los que aspiran a ocupar cualquier cargo de elección popular.
Citando al escritor y periodista Carlos Alberto Montaner, “el candidato ideal será el que practique la cordialidad cívica con sus adversarios, el que no confunde la firmeza con la falta de compasión, el que mejor comprenda los problemas del país y las limitaciones de su cargo y del presupuesto, el más honrado, el que mejor entienda el funcionamiento del Estado, el que tenga más experiencia y combina de una manera razonable sus dotes de líder-gerente, el que no presenta grandes disonancias entre su vida pública y su vida privada, el que viene a obedecer la ley y a servir y no a beneficiarse de su autoridad, el que es capaz de establecer metas, procurar los recursos, fijar un calendario de trabajo, elegir a los mejores colaboradores para llevar a cabo las tareas, felicitar a quienes cumplen los objetivos y exigir responsabilidades, en fin el que ejerza su autoridad como servicio”.
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